Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de mayo de 2025
Muchas referencias ayudan á la persuasión de no haberse construído camarotes para oficiales hasta muy adelantado el siglo XVI, y esto sin autorización, por corruptela que hubo de corregirse varias veces antes que en la ordenanzas de 1613 se mandara terminantemente «que no haya camarotes en la popa arriba, más que una chopa para el piloto». En otra ordenanza de 1678 se ordenaba todavía que no hubiera en galeras más que dos taburetes, seis sillas de tijera y una mesa y que ninguna persona de guerra ó mar embarcara más de una caja de las dimensiones dichas y un trasportín, bajo pena de pérdida de los objetos.
Otras veces tomaba un cuchillo y le decía que iba a morir, le ordenaba que se bajase la camisa para degollarla mejor. Esto último no producía tanto efecto como pensaba. Josefina inconscientemente apetecía la muerte, que la libertaría de tanto martirio.
Por la noche se despierta amenudo sobresaltado, con un sudor frío, gritando miserablemente: «¡Hay que morir! ¡hay que morir!» Por largo tiempo vivió casi en absoluto retirado, sin salir más que cuando se lo ordenaba aquella voluntad que había logrado señorear la suya.
Pero creyendo que su dignidad le ordenaba seguir muy colérica, dijo todas las palabras necesarias para mostrarlo, por ejemplo: «Me acostaré o no me acostaré, según me acomode. ¿A ti qué te importa? No parece si no que... Conmigo no se juega, ¿estamos?... ¿Pues qué se ha figurado este tonto?
Desde que le veía entrar sentía mi sangre enardecida, y siempre que me ordenaba algo, hacíalo con los peores modos posibles, deseoso de significarle mi alto enojo.
El cafetinero lo ordenaba a gritos desde su puerta, y los cofrades braceaban y se desgañitaban en torno de la falla pidiendo un poco de calma, mientras un compañero se introducía en el cuadrado de lienzo con dos botellas de petróleo. Cuando los biombos transparentaron una mancha roja que rápidamente se agrandaba entre incesante chisporroteo, la muchedumbre lanzó un «¡oh!» de satisfacción.
Mientras yo los plegaba y ordenaba un poco mejor, le exponía excusas y reparos que resultaban inútiles: no quería oírme.
Los críticos germanófilos han combatido con tanto ardor como el más heroico de los soldados alemanes. Fabián Vidal y Manuel Aznar pueden decir el trabajo que costaba desalojar a los críticos germanófilos de ciertas posiciones. Se destruían los últimos nidos de ametralladoras, Ludendorff ordenaba la retirada y los ejércitos aliados avanzaban, pero Armando Guerra no se rendía tan fácilmente.
Los días iban transcurriendo pesados, largos y cansados, días sombríos de principios de primavera, durante los cuales me revolvía en la cama, impaciente, desesperado e impotente. Ansiaba poderme levantar y actuar con actividad, pero Walker me lo prohibía. En cambio me traía libros y diarios, y ordenaba tranquilidad y absoluto descanso.
Madariaga no había visto nunca tiburones, pero se los imaginaba, sin saber por qué, con unos ojos redondos de vidrio, como fondos de botella. A la edad de ocho años, Julio era un jinete. «¡A caballo peoncito!», ordenaba el abuelo. Y salían á galope por los campos, pasando como centellas entre los millares y millares de reses cornudas.
Palabra del Dia
Otros Mirando