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Actualizado: 20 de junio de 2025


Experimenta casi la dolorosa opresión que paralizó su corazón y anudó su garganta a su entrada en el salón profusamente iluminado. Muchos niños están ahí acompañados de sus madres o de sus padres; él está solo y se siente pequeño, triste, desgraciado.

El doctor únicamente había sentido el roce de la vida, algún domingo por la tarde, en los chacolines de las afueras ó en la explanada de la Casilla, donde las criadas y los obreros danzaban, al son de orquestas callejeras, los bailes vascongados y de la montaña de Santander. Los demás estaban muertos por el fastidio ó corrompidos por la opresión.

Este proyecto seria muy conveniente poderle poner en práctica, pues vemos la opresion en que está la frontera tantos años, sin poderse dilatar sus moradores fuera del cordon que forman las guardias.

Cuando las noticias llegaron á la cabaña donde vivían la pobre Julî y su abuelo, la joven tuvo necesidad de que se lo repitieran dos veces. Miró á hermana Balî que era quien se lo decía, como sin comprenderla, sin poder coordinar las ideas; le zumbaron los oidos, sintió opresion en el corazon y tuvo como un vago presentimiento de que aquel suceso iba á influir desastrosamente en su porvenir.

Y mil veces la estuvo repitiendo en su interior con una sublime congoja en que le parecía que el alma quería salírsele por la boca. Pero su boca seguía muda. Quería gritar, romper en alabanzas de Jesús, desahogar los ímpetus fervorosos de su pecho, y no le era posible. Sentía una extraña opresión que la mataba con una muerte celestial que no trocara por cien vidas.

En lastimoso estado iban los dos: Benina descalza, desgarrada y sucia la negra ropa; el moro envejecido, la cara verde y macilenta; uno y otro revelando en sus demacrados rostros el hambre que habían padecido, la opresión y tristeza del forzado encierro en lo que más parece mazmorra que hospicio.

En los momentos críticos, Bobart tenía la costumbre de desarmar á Clementina llamándola "bella prima." La lisonja hizo su efecto. Una sonrisa altanera crispó los labios de la señorita Guichard; lanzó un vigoroso suspiro que la libró de su opresión y dijo, mirando con altanería á su primo aterrado: ¿Crees que le temo? Ahora vamos á vernos los dos. Viene, sin duda, á pedir gracia, insinuó Bobart.

Yo sentí una opresión de agonía, un ansia de llorar que era como ansia de morirme... ¡Y no podía llorar, y no podía morirme! Por no poder llorar ni morirme me sentí sonámbulo. Y di un puntapié con toda mi fuerza a la puerta del sepulcro, una encantadora capillita gótica. Aunque era de hierro, la puerta voló en astillas y pavesas. Adentro del sepulcro había un ataúd cerrado con llave.

Nos libertará el Arte de la opresión extraña, saltarán las cadenas al compás del laud, poblará los espacios nuestro armónico himno, nuestra enseña ultrajada flotará en el azul; el estro del poeta abrirá las mazmorras, la paleta y el ritmo rasgarán el capúz, y luego tu voz única bajará del Olimpo, y nos dirá a nosotros: "hermanos, Fiat Lux." ¿Puede decirme alguien que el Arte no redime?

La ascitis, el hidrotorax, la hidropericarditis...., que requieren la digital, están siempre caracterizadas por la mayor parte de estos síntomas. Hay además, en la hidropesía del pecho y del pericardio, accesos de asma, opresion, movimientos congestivos, palpitaciones, constricciones sofocantes.

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