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Actualizado: 23 de noviembre de 2025
Y si D. Marcelino no era exclusivo en la naturaleza y circunstancias de sus mercancías, fuerza es confesar que aún lo era menos en el carácter y opiniones de los tertulios que cotidianamente invadían su tienda.
Divididas las opiniones, el capellán del cuarto montado votaba por el Príncipe; pero el cura Rubín y otros dos que allí había bufaban sólo de oír hablar del alfonsismo. D. Basilio, inclinándose de aquel lado, apoyado en el codo, les revelaba secretos con muchísima reserva. Ya no faltaba más que dar algunos perfiles a la cosa. Todo dispuesto, y el primerito que estaba en el ajo era Serrano.
De consiguiente, sus horas, sus gustos, sus esparcimientos, sus modales, sus opiniones sobre todas las cosas que no son del alma, se arreglan al meridiano de París. Y contra toda herejía importante en esta delicada materia las aseguran y garantizan sus frecuentes viajes á la corte, y alguno que otro á Bayona.
Por eso unas podrán leerse con ménos agrado que otras, pero ninguna con indiferencia: por eso tambien nos sorprenderá la diversidad de su género, nos extrañará y hasta nos disgustará la diversidad, la oposicion de juicios y opiniones que se observa en ellas.
Poco sueño tenían los del castillo aquella noche. Los extraños celebraban en su aposento sus conciliábulos animados; transmitíanse las opiniones de una pieza a otra. Los hombres discutían lo tocante al honor; las mujeres, excitadas y nerviosas, peroraban a media voz, enjugaban algunas lágrimas, y en su interior estaban contentísimas.
Al incorporarse se quitó el sombrero instintivamente, quedando de pie y descubierto ante la pobre niña. Nada había que hacer. Era la agonía, la lucha tenaz y horripilante, el supremo dolor, que espera agazapado al final de toda existencia. La vieja habló a Salvatierra de sus opiniones acerca de la enfermedad, esperando que las aprobase.
Parecía embebida por completo en la conversación, describiendo con naturalidad sus impresiones de viaje, expresando sus opiniones con la misma indiferencia que si no mediase entre ellos más que una antigua y tranquila amistad. Luis concluyó por ponerse taciturno. Al fin tuvo resolución para decir, aprovechando un instante de silencio: Cuando me acerqué a tí estabas muy distraída. ¿En qué pensabas?
Usted lo ha de ver, Martínez prosiguió Villamelón ; el jueves próximo haré servir los dos pasteles sin decir lo que contienen, y veremos por cuál se declaran las opiniones. ¿Me entiende usted, Martínez?... Excuso decirle que cuento con su voto.
Pero al propio tiempo su conciencia no le permitía desmentir lo que acababa de sostener. La dignidad por delante. Estuvo luchando un rato entre la piedad y el deber, y como el ciego volviese a preguntarle con insistente afán: «¿pero es cierto que al morir nos convertimos en berzas...?» le replicó el apóstol: «Le diré a usted... hay opiniones... No haga caso.
Muy opuestas fueron, en verdad, las opiniones de los individuos de la junta, y mucho se habló y escribió sobre esto, creyendo unos que debía mantenerse la prohibición, y sosteniendo otros que bastaba vigilar con mayor cuidado las representaciones, y abolir algunos abusos.
Palabra del Dia
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