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Actualizado: 31 de mayo de 2025
¡Gracias mil, señor de Núñez respondió en seguida la señorona, visiblemente complacida con el candoroso ofrecimiento de aquel pobre hombre, y acaso, acaso, y quizá más, con la espontánea recomendación de su amigo . Y ahora, sin nuevas digresiones que nos distraigan y le roben a usted el tiempo y a su excelente señora la paciencia, allá va la historia en pocas palabras: Ha habido en mi familia un gran caudal; pero cuando llegó a mis manos ya no lo era tanto.
Iremos a pasar un par de meses de primavera a Madrid. En la aldea te asfixias, como un pájaro dentro de la campana de una máquina neumática. Este gran pensador tenía a veces símiles felices, arrancados como el presente a las ciencias físico-naturales. En la viveza con que la joven aceptó el ofrecimiento, entendió que, como siempre, había dado en el clavo. Ventura aparecía como antes.
Quedaron los Emperadores contentísimos con la no esperada embajada y ofrecimiento de los Catalanes, á su parecer tan importante á sus intereses, porque entendieron que aquellos mismos, que se les venían á ofrecer, eran los que con tanto espanto y temor de toda Italia ganaron y sustentaron el Reino de Sicilia.
Un instante después nos hallábamos en el parque. La sirvienta, vestida á la moda del país, marchaba delante, llevando una linterna; luego iba la señorita de Porhoet, derecha y silenciosa, levantando con mano cuidadosa y decente los pocos pliegues de su angosta saya de seda; había rechazado secamente el ofrecimiento de mi brazo, y seguía á su lado, con la cabeza baja, muy poco satisfecho de mi papel.
Pero tan franco, tan claro era el ofrecimiento, que ni aun con la mala fe de que ellos eran capaces encontraron en el primer cuarto de hora una sola objeción que hacer al generoso forastero.
Acaso el mismo obispo sustentaria esta opinion y la esforzaria ante el cónclave ó cabildo canonical con las sólidas razones que hoy mismo podemos colegir de aquellas circunstancias; y aquellos piadosos presbíteros se convencerian de la necesidad de admitir el ofrecimiento del monarca infiel.
A pesar de tales protestas tomó las dos manos de Moreno entre las suyas y aproximó su cara á la de él, envolviéndole en el nimbo perfumado de su carne tentadora, al mismo tiempo que decía con entusiasmo: ¡Qué gran corazón el suyo!... ¿Cómo probarle mi gratitud por su ofrecimiento?
Concluído el rosario, hizo un fervoroso ofrecimiento. Jamás he oído voz más llena de unción, fervor más puro, fe más firme, ni oración más bella, más adecuada a las circunstancias que la que recitó.
LAFRIPE. ¡Es usted muy atenta, señorita...! Acepto su ofrecimiento; le dirá usted que estuve a ver a una vieja parienta enferma y que me retrasé por eso. El no creerá una sola palabra; pero, por tratarse de usted, aparentará creerla... LORENZA. ¿Piensa usted que tengo tanto crédito para con él...? LAFRIPE. ¡Claro...! Usted es su discípula predilecta. LAFRIPE. En serio.
De 21 de Enero de 1499 es el auto capitular más antiguo que hemos encontrado en que se manifiesta el deseo del Cabildo de sustituir la antigua arca en que se transportaba el Santísimo por una Custodia, estimulado por el ofrecimiento del Patriarca B. Juan de Rivera de contribuir para ella con cien marcos de plata, dando otros ciento la Fábrica y con igual suma brindaron otros señores canónigos, racioneros y compañeros.
Palabra del Dia
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