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Actualizado: 2 de junio de 2025
Lo que comenzó a guisa de vulgar conquista, iba transformándose en drama psicológico, sin puñalada, pistoletazo, ni catástrofe, pero muy serio: acaso con su catástrofe y todo, porque ¿quién era capaz de prever las complicaciones a que podría dar ocasión el odioso Martínez?
Sumeño de Porras pudo al fin escapar de las garras del tribunal, ¡pero cuántos y cuántos inocentes como él perecieron en las garras del tribunal odioso, sin que nadie pudiera salvarlos!
Estos desgraciados principios alteraron y previnieron generalmente los ánimos de modo, que nada ha sido mas odioso que los establecimientos patagónicos, y todos no han conspirado á otro fin que á destruirlos.
¡Eh! ¡por Nuestra Señora del Pilar! exclamó indignado el hombre de la ropilla encarnada; ¿mirará usted como un crimen su desgracia? ¿Es culpa suya si, cuando vino al mundo, un padre odioso y criminal le hizo mutilar por mano mercenaria, cimentando su fortuna y su porvenir sobre el oprobio y la vergüenza de su hijo?
Verá también el lector que Clarín, obligado en el asunto a escoger entre dos males, se decide por el mal seglar, que siempre es menos odioso que el mal eclesiástico, pues tratándose de dar la presa a uno de los dos diablos que se la disputan, natural es que sea postergado el que se vistió de sotana para sus audaces tentaciones, ultrajando con su vestimenta el sacro dogma y la dignidad sacerdotal.
Dime que no me detestas, que yo solo sea castigado por los dos, que tu seras recibida en el numero de los bienaventurados y que yo debo morir. Porque hasta ahora todo lo que hay de mas odioso conspira a encadenarme con la existencia, a una existencia que me hace ver con terror la inmortalidad, y un porvenir semejante a lo pasado. No puedo encontrar ningun descanso.
Ni un instante me detuve a reflexionar sobre aquel plan que era detestable, malvado, odioso. La asediaba con mil capciosidades. Tratándose de personas que nos conocíamos muy a fondos nos bastaba para entendernos sólo media palabra; pero yo aun añadía una más precisa. Caminábamos sobre un terreno sembrado de artimañas y yo tendía una más a cada paso.
García se dejó caer en una butaca y paseando sus ojos relampagueantes por la estancia como si esperase descubrir oculto en algún rincón al odioso reptil se echó mano al bolsillo interior del chaquette, sacó un manojo de cuartillas, dejó caer hacia atrás la capa y se puso a leer con voz hueca.
En aquella misma hora, se asombraba de su suerte inverosímil, y en su corazón rebosaba la gratitud por los inmensos beneficios recibidos. ¿Y para demostrar su reconocimiento iría a pedir a su bienhechor la mano de su hija? ¡No! sería odioso, grotesco. ¡No, jamás confiará su amor ni al señor Aubry ni a María Teresa!
Las cejas espesas que le caían sobre los ojos daban a su rostro un aspecto sombrío; las palabras salían penosamente de sus labios, como si el hecho solo de hablar hubiera sido para él una tortura; sin la franqueza y la profundidad de su mirada, sin la sonrisa bonachona que iluminaba a veces como un rayo de sol sus facciones duras y toscamente modeladas, se le habría tomado por un hombre odioso.
Palabra del Dia
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