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Actualizado: 1 de junio de 2025
Sólo la idea de ir a trabajar con él en aquella odiosa tienda le sublevaba. ¿Cómo podían entenderse él y su tío, él tan sabio, tan listo, llamado a sublimes destinos, y su tío un hombre tosco y rudo que sólo sabía hacer suspensorios y cazar, un bárbaro que llamaba cláusulas a las cápsulas, y que cuando se puso el primer tranvía hablaba de la tripulación de los coches, en vez de decir trepidación?
Expresar el cúmulo de pensamientos amargos, de sensaciones sin nombre que sublevaban mi alma y que sublevan aún la imagen próxima de esta odiosa y desigual alianza, no lo podré, ni lo osaré jamás. El amor verdadero tiene algo de sagrado, que imprime un carácter sobrehumano á los dolores como á las alegrías que nos da.
Y en esta violencia cifraba nuestro marqués un poquito de orgullo, pensando con deleite y dolor al mismo tiempo en los esfuerzos que la nueva esposa de Jesús haría para arrancar las raíces de afecto tan sólido y antiguo. Mas por entre el hermoso follaje de estos pensamientos, más o menos consoladores, sacaba no pocas veces su odiosa cabeza una idea triste y cruel.
En el viaje que yo fuí de grumete naufragaron una porción de barcos, y más de cincuenta hombres de aquella costa se ahogaron. No había para mí porvenir de ninguna clase en el país; no tenía dinero, y antes de que viniese la odiosa quinta, decidí ir a Brest o a Saint-Malô, con intención de pasar a Inglaterra y embarcarme para América.
No me preguntes nada; no conseguirás saberlo... Deja las palabras; son inútiles... y aunque me jurases por la memoria de nuestros padres... Sí; por nuestros padres... balbucea Martín con alegría. ¿Por qué no he pensado en ello más pronto? ¡Déjalos tranquilos en su tumba! replica Juan con su sonrisa odiosa.
Bueno, ahora partamos dijo Marta, tomando a su hija de la mano . Huyamos de esta casa de odiosa memoria. Nuestra alegría necesita aire, alegría, libertad, seguridad... Pero la condesa, que hasta ese instante había estado sumida en la desesperación, oyó estas últimas palabras con un pánico extremo.
De esa gloria que tú has soñado no pueden salir héroes, sino charlatanes y bandoleros. La gloria consiste en cumplir el deber. Pues yo cumplo mi deber tratando de emancipar á mis hermanos de una odiosa tiranía, diciéndoles y probándoles que son libres, iguales ante Dios y ante la ley. El primero de los deberes es obedecer lo que la ley te mande. ¿Ciegamente? Ciegamente.
Los vetustenses no se fían de aquellos halagos de luz y calor y se abrigan y buscan su manera peculiar de pasar la vida a nado durante la estación odiosa que se prolonga hasta fines de Abril próximamente. Son anfibios que se preparan a vivir debajo del agua la temporada que su destino les condena a este elemento.
Por su parte Escudero, temiendo haber llevado demasiado lejos sus exigencias, suplicó a Barragán en términos sentidos «que si era posible se recortase un poco las barbas». Cedió éste, bien convencido sin embargo en su interior de que no se lograría con ello borrar la odiosa traza de bandido con que, implacable, la naturaleza le había dotado.
La señora Chermidy trató al duque por el mismo procedimiento. «A los rusos les sienta bien, pensaba; al viejo le sentará mal.» Fue víctima de la coquetería más odiosa que haya torturado jamás el corazón de un hombre. La señora Chermidy le persuadió de que le amaba, le Tas se lo juró, y si se hubiera contentado con palabras, habría sido el sexagenario más dichoso de París.
Palabra del Dia
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