United States or Heard Island and McDonald Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


No tenía amigos franceses, y al salir á la calle, sus pasos le encaminaban instintivamente hacia los lugares de reunión de los argentinos. A éstos les ocurría lo mismo. Se habían alejado de su patria, para sentir con más intensidad el deseo de hablar de ella á todas horas. Leía los periódicos de allá, comentaba el alza de los campos, la importancia de la próxima cosecha, la venta de novillos.

Contentísima se quedó la Pipaón, y no pensaba más que en el modo de introducir en la arqueta los dineros. Una pequeña dificultad ocurría, y era que no teniendo un billete de 400 escudos, sino varios de los pequeños, había de procurarse uno de aquellos. Si los billetes eran de otra clase, aunque la cantidad fuese la misma, el cominero se llamaría a engaño.

No se le creía absolutamente cuando afirmaba que no conocía hechizos, y que no podía hacer curas, y toda persona, hombre o mujer, que tenía un ataque o le ocurría un accidente después de haberse dirigido a él, atribuía aquella desgracia a las miradas irritadas de maese Marner.

Pero desgraciadamente la Bendición de Nuestra Señora de los Siete Dolores estaba bajo el viento y el grumete no entendió ni una palabra; pero como le habían dicho que viese lo que ocurría, se acurrucó en un rincón y miró.

Verdad que bien pudiera haber ocurrido que, por su buena mano, quedase sin castigo ó con castigo leve, que tal ocurría á veces con la justicia de antaño. EL PORTUGU

Ocurría, además, que Ramona tenía una afición desesperada a hacer media, y sólo haciendo media se entretenía, en cuanto no quedaba en la casa un suelo que bruñir, ni un átomo de polvo sobre un mueble, ni un trasto fuera de su sitio, ni un descosido sin coser, ni cosa alguna que trajinar, para los cuales menesteres era una pólvora por la actividad y un asombro por la limpieza.

Graves consecuencias hubiera tenido el golpazo para nuestro exnovicio, á no haberlo dado de lleno en la panza del malhadado pintor, que seguía durmiendo la mona en su rincón, ajeno á cuanto en la venta ocurría.

Las Aliaga oían sus palabras con una suerte de avidez febril. Rara vez ocurría que así se pusiera a contar historias de su tiempo; la vejez avanzada había atenuado mucho su sensibilidad, le había comunicado una especie de indiferencia para todas las cosas, y también para misma, porque hablaba de morirse sin que tal idea despertase en ella zozobra alguna.

Y sacaron un diminuto papel, húmedo aún como recién salido de la prensa, el cual era una especie de suplemento, hijuela y lugarteniente de <i>El Conciso</i> grande, y en su lenguaje figuraba un niño que venía a contarle a su papá lo que ocurría por las Cortes. <i>El Concisín</i> dice: «Después del Sr.

La única conjetura que se le ocurría era que, habiéndose ya marchado el General, el amigo y protector del joyero, probablemente los enemigos de éste, los atropellados, los lastimados, se levantaban ahora clamando venganza, y el General interino le perseguiría para hacerle soltar las riquezas que había acumulado. ¡De ahí la huida!