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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Ocioso es demostrar cuán difícil sea que se reunan dos hombres de una organización suficientemente harmónica, para componer una obra, como si fuese escrita por uno solo. Calcúlese, pues, lo que será aquélla, que debe la vida nada menos que á seis colaboradores.

Aun cuando este método tenga sus inconvenientes, no es ocioso añadir que nunca Calderón, como su predecesor, acude á los períodos primitivos de la historia de España, ni á los albores de la Edad Media, ni á la época de la restauración del imperio cristiano, sino solamente á los siglos más próximos á él, moviéndose, por tanto, dentro de un círculo, que le impide, por lo menos, faltar groseramente á la verosimilitud, ó falsear la verdad histórica.

Con aquel dinero viví ocioso algún tiempo. Cuando se me acabó el dinero, cuando sentí el hambre, quise buscarme la vida, y logré entrar de galopín en la cocina de la señora infanta doña Juana. Allí me apliqué al oficio... En el que habéis adelantado. Sois un cocinero famoso... según dicen.

Entre la turba alegre de aquellas bellas orientales, y sobre los almohadones de damasco, se hallaba María o Zaida, como la nombraban los moriscos celosos, y que miraban en ella un vástago de sus pasados reyes. María sola descuidó el afeite de sus ojos, ya por despreciarlo como ocioso, o porque fiase más en el poderío de los suyos.

Lo único que la entristecía era su grandeza en el carácter del marido. ¡Pobre don Melchor! La riqueza purgábala como un delito, y su vida de rentista ocioso y de acompañante en paseos y ceremonias resultábale un infierno.

Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda.

No será ocioso decir que en aquel momento sintió D. Benigno renacer en su pecho la antipatía que en otras ocasiones le inspirara su amigote; pero como en tan noble alma no cabía la ingratitud, pensó en las atenciones y cuidados que al mismo debía durante la enfermedad, y con esto se le fue pasando el rencorcillo.

Cualquiera que le viese recorriendo lentamente, con las manos atrás y la cabeza inclinada hacia la izquierda, los arenosos caminos del Parque, diputaríale por un ocioso, un militar retirado, un propietario, algo, en suma, vulgar y hasta inútil en la sociedad. ¡Cuán engañosas son las apariencias!

Körner comenzó a marear a Nepomuceno persuadiéndole primero de que él, Nepomuceno, tenía un verdadero talento de contable, era un Necker... oscurecido, ocioso; con otro horizonte, brillaría como estrella de primera magnitud en el cielo de la Administración y de la Hacienda.

Además, aunque no es ocioso, ni mucho menos, averiguar cuáles son ó han sido los orígenes ó el fundamento de algunas de esas creaciones inmortales, es sabido también, que, en realidad, la cosa en no tiene toda la importancia que aparenta, porque los poetas, en general, y más los dramáticos, aprovechan para sus fines cualesquiera noticias y datos, y la cuestión no versa, en estos casos, sobre lo que ha sido con exactitud lo aprovechado, por ser esto muy difícil y muy dado á conjeturas, ya que el único medio de averiguarlo sería la declaración ó confesión del mismo poeta, y esto es imposible casi siempre, sino sobre el resultado ó efecto de su trabajo, esto es, sobre su obra ya completa y perfecta.

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