Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de junio de 2025
Tiene que ser un chiquillo, porque si no le retuerzo el pescuezo a lo que venga. Ya le he encargado a Nucha que se libre bien de traerme otra cosa más que un varón. Soy capaz de romperle una costilla si me desobedece. Dios no me ha de jugar tan mala pasada.
Desde que madrugando había visto a Sabel salir del cuarto de don Pedro, dábale un vuelco la sangre cada vez que tropezaba al chiquillo y notaba el afecto con que lo trataba Nucha a veces. Cierto día entró el capellán en la habitación de la señorita y encontró un inesperado espectáculo.
Allá entre los pliegues de una cortina de damasco se escondía la tercera, como si quisiese esquivar la ceremonia afectuosa; pero no le valió la treta, antes su retraimiento incitó al primo a exclamar: ¿Doña Hucha, o como te llames?... Cuidadito conmigo..., se me debe un abrazo.... Me llamo Marcelina, hombre.... Pero éstas me llaman siempre Marcelinucha o Nucha....
Aunque Nucha no pecaba de burlona, no pudo menos de hacerle gracia el atavío de la jueza, que pasaba por el figurín vivo de Cebre, y a hurtadillas sonrió a Julián mostrándole con imperceptible guiño los collares, dijes y broches que lucía en el cuello la señora, mientras ésta a su vez devoraba e inventariaba el sencillo adorno de la recién casada santiaguesa.
Al pronunciar sin intención la frase, Nucha, desde el suelo, alzaba la mirada hacia Julián. La descomposición de la cara de éste fue tan instantánea, tan reveladora, tan elocuente, tan profunda, que la señora de Moscoso, apoyándose en una mano, se irguió de pronto, quedándose en pie frente a él.
Ni él mismo sabía lo que le correteaba por el magín. Bien presumía antes a cuántos riesgos se exponían Nucha y su hija viviendo en los Pazos: ahora..., ahora los divisaba inminentes, clarísimos. ¡Tremenda situación! El capellán le daba vueltas en su cerebro excitado: a la niña la robarían para matarla de hambre; a Nucha la envenenarían tal vez.... Intentaba serenarse. ¡Bah!
Era un muchacho como de diecisiete años, rapado, con uniforme de alumno de la Academia de artillería, parecidísimo a Nucha y a Carmen cuanto puede parecerse un pelón a dos señoritas con buenas trenzas de pelo. Es mi niño afirmó Nucha muy grave. ¿Tu niño? Riéronse las otras hermanas a carcajadas, y don Pedro exclamó cayendo en la cuenta: ¡Bah!, ya sé.
Y no entran en la cuenta dos novenas devotísimas, una a la Virgen de Agosto, otra a la Virgen de Septiembre. Figurábasele este culto mariano muy adecuado a las circunstancias, por la convicción cada vez más firme de que Nucha era viva imagen de Nuestra Señora, en cuanto una mujer concebida en pecado puede serlo.
Su turbación crecía: el corazón le latía con sordo ruido. Se recostó en el altar. Es preciso declaró Nucha sin apartar de él sus ojos, más que vagos, extraviados ya que me ayude usted a salir de aquí. De esta casa. A.... A... salir... tartamudeó Julián, aturdido. Quiero marcharme. Llevarme a mi niña. Volverme junto a mi padre. Para conseguirlo hay que guardar secreto.
En cuanto a la tercera, Nucha, asemejábase bastante a la menor, sólo que en feo: sus ojos, de magnífico tamaño, negros también como moras, padecían leve estrabismo convergente, lo cual daba a su mirar una vaguedad y pudor especiales; no era alta, ni sus facciones se pasaban de correctas, a excepción de la boca, que era una miniatura.
Palabra del Dia
Otros Mirando