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Actualizado: 25 de julio de 2025
Para demostrarlo con algunos ejemplos, tomados de la literatura de la Edad Media, recordaremos la divulgación de las invenciones francesas, bretonas y provenzales, hecha en toda Europa por las poesías caballerescas, por la traslación y división de los Gesta romanorum y de la Disciplina clericalis en los Fabliaux y en las novelas posteriores, así como por la combinación y enlace repetido de las últimas entre sí; problema ya resuelto por investigaciones recientes, y en particular por las de Val.
Nélida, con un ligero temblor, mezcla de miedo y de placer, se agarraba convulsivamente a su brazo. Fernando sonrió: mejor era así. ¡Si alguien hubiese osado la menor burla!... Y ella le escuchaba con asombro y satisfacción. ¿Habría sido capaz de pelearse por ella?... ¿Lo mismo que en las novelas o en el teatro?
Pero no, uno se enamora de una mujer, y no de dos mujeres a la vez. Esta reflexión lo tranquilizaba. Muy joven era este muchachón de veinticuatro años. Nunca el amor había penetrado plena, franca y abiertamente en su corazón. Sólo conocía el amor por las novelas ¡y había leído tan pocas!
Reyles pone por las nubes o que ni él ni yo las hemos leído, o que no hemos leído sino las novelas españolas de los siglos XVI y XVII y que nos empeñamos en imitarlas y hasta que reflexivamente las imitamos. El resultado será, si en el Sr.
Nuestros poetas líricos, tan buenos, en lo que va de siglo, como los de cualquiera otro país, son desconocidos en los países extranjeros. Algunas de nuestras novelas, aunque pocas, han sido traducidas en varias lenguas. Y algo de nuestro teatro moderno ha sido traducido y aplaudido también, sobre todo en Alemania y en Inglaterra.
Una tarde, los amigos que me acompañaban en mis paseos me enseñaron la casa de Thiers, el gran historiador, y también me llevaron al café donde, por invierno, solía ir a tomarse su copa de cerveza Paul de Kock. ¿El de las novelas para reír? Tiene gracia; pero sus indecencias y porquerías me fastidian. También vi la zapatería donde le hacían las botas a Octavio Feuillet.
En las horas que le dejaban libre los afanes y cuidados de la casa y aun de la administración de la hacienda, de la que suavemente había despojado a su marido por no considerarle capaz, doña Inés solía ocuparse en lecturas que adornaban y levantaban su espíritu. Rara vez perdía su tiempo en leer novelas, condenándolas por insípidas o inmorales y libidinosas.
Sin embargo, las novelas fantásticas caballerescas que excitaron mayor interes, fueron las que contaban las aventuras de un linaje de caballeros de la numerosa familia de Amadís.
¿Y son estas las novelas que usted lee? dijo con severidad Amparo, que había ojeado uno de mis libros. ¡Oh! esta novela en ninguna parte está mejor que en el fuego. Y arrojó el libro a la chimenea. Era un tomo del Baroncito de Faublas. Sólo había tenido tiempo de leer algunas líneas Amparo, y se había puesto encendida como una guinda.
Botella resultase cierto, vendría a constituir, en cierto modo, una reivindicación para los falsificadores, quienes cuando necesitan dinero no hacen dramas, crónicas ni novelas, como los literatos, sino que hacen dinero.
Palabra del Dia
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