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Actualizado: 11 de junio de 2025
Es mucha la devoción que la tienen los tablanqueses y todos los habitantes de los pueblos comarcanos; y su fiesta, en el mes de agosto, de las más concurridas y celebradas de todas las de aquella región. La imagen tiene una leyenda que no me habían referido ni Chisco ni don Sabas, y conocí por Neluco mientras volvíamos a ponemos en marcha, descendiendo hacia la vadera.
Con los apuntes que había llevado yo a Madrid y otros que fue enviando Neluco cuando se le pidieron, un arquitecto amigo mío y persona de buen gusto, hizo un plan de reformas interiores de la casona de Tablanca, muy adecuado al carácter y antigüedad del edificio: cosa seria y cómoda en lo posible.
Hablando unos días después con Neluco de esta excursión, me dijo cuando vino al caso: Pues ahora necesita usted hacer otra, aguas arriba. Respondíle que ya la había hecho con el Cura en una ocasión bastante reciente y de muy placentero recuerdo para mí.
Suba, suba, señor don Marcelo, y descansará como debe, y le pondré de almorzar... ¡Cómo que no! Aquí todos somos unos. ¿Usté no lo sabe? ¿No se lo ha dicho Neluco? La casona de don Celso y la nuestra casa... ¡vaya!... de padres a hijos viene la estimación y la buena ley y hasta el parentesco, si un poco se escarba en la sangre...
También le llegó su vez al huerto de la casona, como me había aconsejado Neluco y lo hubiera hecho yo sin su consejo por espontáneo impulso de las inclinaciones que iban apoderándose de mí, de día en día, de hora en hora.
Explicábame yo aquella debilidad, que me parecía hasta pecado grave, con estas reflexiones, y con ellas me consolaba, aunque no tanto como con la esperanza de que se realizaran los planes de Neluco y vinieran Lita y su madre, sobre todo Lita, a aliviarme del peso de la cruz, renovando el aire y los sonidos y las caras y hasta la luz de aquellos ámbitos entristecidos, mudos, negros y monótonos.
Y de firme me respondió Neluco . Todos los síntomas son de una nevada de las más copiosas y duraderas que se descuelgan por acá. ¿Y cree usted también insistí , que empezará hoy mismo? Como que ya empezaba cuando yo he venido me contestó . ¡Vea usted!
Como a lo más de esto tuve que responder, y la conversación continuaba enredándose en el otro grupo con la inagotable verbosidad de Mari Pepa, y hasta se marchó Neluco de la visita, porque tenía que hacer otras dos antes de comer, y, sobre todo, porque estaba yo muy a gusto al lado de aquella criatura tan atractiva, lo tratado entre los dos se fue enredando también poco a poco, hasta extraviarse al fin por derroteros que ninguna comunicación directa tenía ya con el punto de partida.
Señalando al pueblo y luego a la torre y sus accesorias, y deteniendo al mismo tiempo su caballo, me dijo Neluco: Aquel lugarejo es Provedaño, y aquí está el fin de nuestra jornada de hoy. Después tendió la vista por el esplendente panorama del valle, y fue dándome sobre él todas las noticias que me había dado Chisco, y otras muchas más.
Así y todo, por la condición de mis comensales, aunque relativamente escasos, y por lo que me obligaba la mía, era de necesidad echar el resto en la casona; y nadie creería a no verlo, como yo lo vi, la suma de desvelos y sudores que llegó a representar aquel trabajo; lo que se revolvió en la casa y en el lugar; las gentes que fueron puestas en movimiento; las leguas de camino que se trillaron por buenos andadores, y las horas robadas al sueño y al descanso más de una noche; y a pesar de ello y de las «guisanderas» a jornal que ayudaron a las mujeres de casa en lo más duro y comprometido de la faena, sabe Dios lo que hubiera resultado a la hora crítica y solemne, sin la vigilancia continua y la previsión y diligencia admirables de mis dos hadas bienhechoras... y la hermana de Neluco.
Palabra del Dia
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