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Actualizado: 2 de junio de 2025
Quedó entre nosotros el gigante viejo tan desamparado y falto de medios cual se ve usted ahora. Además, como sus años no le permitían vivir en un mundo tan nuevo para él y tan falto de las comodidades que necesita la vejez, murió al poco tiempo.
Para salir del paso aludió a las dificultades materiales que se oponían a su plan. ¿Qué iba a hacer él en Berlín? ¿De qué podían vivir? Para estas aventuras se necesita dinero, y él no lo tenía. Nélida abrió los ojos con asombro. No podía comprender un hombre sin dinero.
Comprendían a todos los afligidos en una misma compasión. Su viva caridad se informaba menos de la culpa que de la desgracia, y por eso encantaban con sus consuelos la agonía de los moribundos y la tristeza de los prisioneros; y si el inocente les era querido, no odiaban al culpable. ¿Acaso el crimen no necesita también la piedad?
Pagbilao, por ejemplo, lo defienden cuatro castillos que hay que guarnecer, y de los seis barangayes de que se compone necesita dos para solo este servicio: agregúese que la fábrica de la iglesia y casa parroquial, por lo menos necesita otro barangay, este último servicio se hace sin detrimento de otros accidentales, pero necesarios, como son el acopio de piedra, cal, maderas y cañas; de suerte que lo referido les ocupa más de la mitad útil del año, y esto sin contar con el ajuste de cóngrua que se le da al párroco.
Ahora bien: esta razon, fundamento del juicio, aun expresada del modo mas lacónico posible, necesita de algunas palabras; las que no han tenido tiempo de formarse ni exterior ni interiormente. Esta es cuestion de cálculo. El que oia la proposicion, no podia saber lo que se expresaria en ella, hasta que se pronunció la palabra atestiguarán, y con punto final.
Pero tal comercio tiene algo de trabajo, y exige recorrer ciertas calles, instalarse en las puertas de los cafés, consagrarse al negocio con cierta formalidad. Eran niños, necesitaban juego como el pez necesita agua, y así por las tardes se iban al río a recoger matacandiles.
El estado de la literatura entre nosotros, y el heroísmo que en cierto modo se necesita para dedicarse a las improductivas letras, es la causa que hace a muchos de nuestros literatos más insoportables que los de cualquiera otro país: añádase a esto el poco saber de la generalidad, y de aquí se podrá inferir que entre nosotros el literato es una especie de oráculo que, poseedor único de su secreto y solo iniciado en sus misterios recónditos, emite su opinión obscura con voz retumbante y hueca, subido en el trípode que la general ignorancia le fabrica.
El trato social se hace posible a fuerza de limarnos todos un poquito. Bien, Marianela. Volvamos a nuestro asunto. Volvamos, misia Melchora. Mi nieto es bueno; usted le conoce. Yo le he educado muy bien, en Inglaterra y en Francia. Es un muchacho sin vicios. No ha estudiado una carrera porque, gracias a Dios, no la necesita.
Se acodaron los dos amigos en el balcón de la terraza del fumadero, viendo a sus pies los emigrantes septentrionales que llenaban la explanada de popa. Maltrana había estado entre ellos un buen rato antes de bajar a los frigoríficos. Crea usted que se necesita valor para permanecer entre esas gentes.
Escribía torpemente y con una ortografía de la más espontánea barbarie. ¡Oh, mis planas! ¡Cuánto me costaba hacerlas y qué mal me salían! Mi tía Medea no se había preocupado de hacerme enseñar nada. ¿Para qué necesitaba aprender? El doctor Trevexo ya se lo había dicho: «para ocupar altas posiciones en este país, no se necesita aprender nada.» Y tenía razón.
Palabra del Dia
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