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Actualizado: 6 de junio de 2025
Y tal valor concedía el Senado a tales descubrimientos, que guardaba como un secreto de Estado la ruta de los navegantes, viendo en las tierras lejanas un seguro refugio para su pueblo si una guerra infortunada hacía necesaria la expatriación.
Laudable es, en este sentido, el fecundo renacimiento en Europa de ciencias, artes y letras. Laudable es la activa curiosidad de nuestros navegantes que atraviesan nunca surcados mares y penetran en las más apartadas e incógnitas regiones.
Luego eran los navegantes árabes los que se lanzaban en el mar de las tinieblas, y sus geógrafos poblaban el misterio de las soledades marinas con poéticas invenciones, aderezando los descubrimientos lo mismo que un cuento de Las mil y una noches.
El paso que une los dos grandes Océanos, aún hoy en que la navegación parece ha puesto su última letra en el libro de los adelantos, es uno de los más peligrosos derroteros que pueden emprender los navegantes, y que Magallanes llevó á cabo, falto de víveres, con imperfectos instrumentos, y con una tripulación descontenta y tumultuosa.
Pero de los rescates con estas gentes cobrizas, pródigas en relatos portentosos y míseras en realidades, sólo traían los navegantes algunas perlas deformes mal perforadas o vistosos guanines, joyeles de oro bajo labrados en sutiles hojas. Al volver al puerto español con mágicas noticias y pobre cargamento, los acreedores asaltaban al descubridor y embargaban el bajel dándose por engañados.
La confluencia formada por estos rios es acaso, de todos los puntos de la provincia, el mas peligroso para los navegantes; pues chócanse en él ámbas corrientes con suma violencia, levantando marejadas espumosas y formando remolinos, donde se hunden las endebles canoas: todos los años hay numerosos ejemplos de semejantes fracasos.
Y entre estos aventureros de la primera hora del descubrimiento, la hora de los navegantes, de los argonautas, de los héroes de carabela, pobres y tristes, que no sacaron el menor provecho de sus empresas y abrieron el camino a los conquistadores férreos de a caballo que llegaron poco después, se distinguían dos como hombres entre los hombres: Alonso de Ojeda y Diego Méndez.
Y como si el demonio austral sólo esperase este tributo, cesó el viento Oeste, el buque no tuvo ante su proa la infranqueable barrera de un mar hostil, y pudo entrar en el Pacífico, anclando doce días después en Valparaíso. Ulises se explicó el grato recuerdo que deja este puerto en la memoria de los navegantes.
Puede decirse que desde muchos siglos antes de que los navegantes europeos conocieran la existencia de la Australia, iban barcos chinos a las playas septentrionales de ese continente y a las costas de la Nueva Guinea a pescar ese extraño molusco. Impórtasele en enormes cantidades en el Celeste Imperio; pero aún son pequeñas para satisfacer la demanda: tanta es la afición que le tienen los chinos.
Los genoveses, triunfadores de los pisanos, cegaban su puerto con las arenas del Arno, y la ciudad de los primeros conquistadores de Mallorca, de los navegantes á Tierra Santa, de los caballeros de San Esteban, guardianes del Mediterráneo, pasaba á ser Pisa la muerta, población que sólo de oídas conoce el mar.
Palabra del Dia
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