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Actualizado: 8 de junio de 2025


Anoche me entretuve haciendo el cálculo. Y señaló un pedazo de papel lleno de cifras que asomaba entre los naipes. ¡Lo mismo que el pianista!... ¡Oh, profesor!... Se miraron los dos con unos ojos de ardor místico, como si realmente estuviesen contemplando este bloque inconmensurable. ¿Qué representaba al lado de tal visión la ganancia de unos cuantos miserables millones?...

Don Eugenio, al ver aguada la sobremesa, optó por levantarse, proponiendo a Julián que saliesen a tomar el fresco en la huerta: algunos clérigos se alzaron también, anunciando que iban a echar completas; otros se escurrieron en compañía del médico, el notario, el juez y Barbacana, a menear los naipes hasta la noche.

Para esto de chamuscar casadas y encender doncellas no tenía coteja. Gran devoto de San Rorro, patrón de holgazanes y borrachos, vivía, como dicen los franceses, au jour le jour, y tanto se le daba de lo de arriba como de lo de abajo. Mientras encontrara sobre la tierra mozas, vino, naipes, pendencias y francachelas, no había que esperar reforma en su conducta.

«Tómese un papel como de naipes y dese en él un círculo de cuantidad de una mano, poco más ó menos, en el cual se han de pintar los 32 vientos con los colores y la orden que dimos al tratar de la carta, no olvidando de señalar el Norte con una flor de lis y el Levante con una cruz, y demás desto, cada uno según su fantasía la hermoseará y agraciará

Tuve que confesar mi ignorancia al respecto, pero, en contestación a su pregunta, deploré el fin trágico e imprevisto de nuestro amigo, y le manifesté cómo había quedado en posesión del paquete de naipes, en los cuales estaba escrito el enigma cifrado. ¿Tiene usted una idea de lo que en realidad era su secreto? preguntó el viejo enjuto. Quiero decir, ¿sabe usted de dónde provenía su gran fortuna?

La mesa sobre que se jugaba era de pino, con tres pies y otro supuesto, que podía pedir limosna como ellos, un candelero de barro con una antorcha de brea, y los naipes con dos dedos de moho hacia cecina , de puro manejados de aquellos príncipes, y el barato que se sacaba se iba poniendo sobre el candelero.

De esta suerte cavilaba Poldy, forjando y desbaratando casos fantásticos. Era como el niño que se entretiene en levantar con esmero y conservando bien el equilibrio un alto y complicado castillo de naipes, y luego le derriba para divertirse y jugar levantando otros. En suma; Poldy no sabía a qué atenerse ni por qué decidirse.

Y levantándose Diego Cortado abrazó a Rincón, y Rincón a él, tierna y estrechamente, y luego se pusieron los dos a jugar a la veintiuna con los ya referidos naipes, limpios de polvo y de paja, mas no de grasa y malicia, y a pocas manos alzaba también por el as Cortado como Rincón, su maestro. Salió en esto un arriero a refrescarse al portal, y pidió que quería hacer tercio.

Pero, además, se empeñaba en que todas las mujeres se enamorasen de él, en ser hombre chistoso ó «de buena sombra», como allí se dice, en cantar, tocar la guitarra y bailar como nadie, en jugar á los naipes y al billar mejor que ninguno, en quedar fresco después de haber bebido algunas botellas de manzanilla, mientras los demás rodaban por el suelo borrachos.

¡Hay paciencia para esto! exclamó el general tirando los naipes. ¿Qué es lo que exalta de esta suerte la bilis de nuestro tío? preguntó Rafael, que había entrado, a su prima Rita. La noticia que corre. ¿Qué noticia? Que te nombran mayor de plaza y lo ha tomado por una ironía. Tiene razón; yo no puedo aspirar a más dictado que al más chico de la plaza.

Palabra del Dia

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