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, con los sueños del poeta á la region del infinito, sombra de mujer vislumbrada en un rayo de luna, murmurada por las flexibles ramas de los cañaverales... ¡Feliz la que muere llorada, la que deja en el corazon del que la ama una pura vision, un santo recuerdo, no manchado por mezquinas pasiones que fermentan con los años! ¡, nosotros te recordaremos! ¡En el aire puro de nuestra patria, bajo su cielo azul, sobre las ondas del lago que aprisionan montanas de zafiro y orillas de esmeralda; en sus cristalinos arroyos que sombrean las cañas, bordan las flores y animan las libélulas y mariposas con su vuelo incierto y caprichoso como si jugasen con el aire; en el silencio de nuestros bosques, en el canto de nuestros arroyos, en la lluvia de brillantes de nuestras cascadas, á la luz resplandeciente de nuestra luna, en los suspiros de la brisa de la noche, en todo en fin que evoque la imágen de lo amado, te hemos de ver eternamente como te hemos soñado, bella, hermosa, sonriente como la esperanza, pura como la luz, y sin embargo, triste y melancólica contemplando nuestras miserias!

No pocas veces el ruido atronador de las aguas se ha mezclado con una oración murmurada por mis labios y un profundo suspiro arrancado de mi alma, dirigiendo la primera al cielo, y el segundo al tranquilo y lejano hogar que guarda mi cuna. Una de las veces que visité el Botocan, fuí acompañado de un amigo que tiene sus ribetes de ateo.

Cuando me son simpáticas las personas, siento en un algo que no me engaña nunca y me impulsa hacia ellas... Esta especie de confesión murmurada en la quietud de aquel sitio, donde el roce de los movientes verdores contra los cristales de las ventanas revelaban tan sólo la existencia del mundo exterior, aumentó todavía la emoción y las esperanzas de Francisco.

Empezó a oír en su interior, repetida como un estribillo, la dulce frase murmurada por Julio, pocos días antes, junto a la iglesia de Nueva Pompeya: "Si a usted la pierdo, viviré sin vivir". Pero esta frase no llegaba todavía a conmoverla.

Hay un prólogo al tomo II de las Comedias de Guillén de Castro, que copio, tanto á causa de la rareza de este libro, cuanto como ligero dato que aumenta las pocas noticias existentes de la vida de este poeta: Al lector: «No quiero llamarte discreto ni sabio, por que tal vez podras ser que no lo seas, ni lisongearte quiero tampoco, con la comun avilidad de llamarte piadoso; pues si sabes, no tengo mis cosas por tan levantadas de punto, que te Causen embidia y dexes por eso de alaballas: y si ynoras, tus alabanças me servirán de vituperios: solo quiero advertirte, que demás de imprimir estas doze Comedias por hacer gusto á mi sobrino, lo hize tambien por que en mi ausencia se imprimieron otras doze, y tanto porque en ellas avia un sin fin de yerros, porque la que menos años tiene tendrá de quince arriba, que fué cuando la poesía Comica, aunque menos murmurada, no estaba tan en su punto, me animé á hazer esta segunda impresion.