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Actualizado: 22 de junio de 2025
Debe temer que le echen el guante de un momento a otro. Aquel bote de la Aduana con marineros y soldados viene seguramente por él... Siento mucho no presenciar la escena; resultará interesante la apertura del camarote misterioso... Pero el deber es el deber, y apenas toquemos en el muelle me lanzo a tierra con los míos.
Empezaba á levantarse la claridad gris y brumosa que alumbra las mañanas de la capital inglesa y se iniciaba el movimiento de los obreros en el muelle. Pero la atención de los tres hombres no se dirigía hacia el espectáculo de aquella actividad incesante y metódica que forma el sello del trabajo inglés.
La pobrecilla temía llegar tarde: había visto desde allá arriba el grimpolón azul, y por él había presumido que estaba el Flash atracado al muelle; y estando atracado al muelle, sería para salir a navegar por alguna parte... «Pues buena ocasión», se había dicho entonces. «Puede que Leto quiera llevarme»; y hala, hala, hala... ¡qué ira le daba aquel pedazo de camino tan escondido del muelle, donde era inútil hacer una seña o dar una voz! ¡Y si entre tanto se largaba el yacht? ¡Y ella que tenía tantas ganas de darse otro paseo en él!
Esto me era insoportable, tanto más cuanto que yo soñaba con poner en ejecución cierto atrevido proyectillo, que consistía en ir a visitar por cuenta propia uno de los navíos, llevado por algún marinero conocido, que esperaba encontrar en el muelle.
la abrió con el temeroso ruido que produce la rodaja al encajar en el muelle, y se lanzó otra vez sobre su adversario; pero el bandido estaba ya falto de serenidad y quebrantado por el dolor del primer golpe. No supo ser certero y en balde abanicó el ambiente con su mortífero instrumento.
Grande, pues, debió ser el disgusto que sintieron todos cuando don Mariano les dijo a última hora: Señoras y señores: el jueves, a las ocho de la mañana, agradecería a ustedes en el alma que diesen una vuelta por el muelle convenientemente provistos de sombrero, quitasol, abrigo, etcétera.
Había oído claramente la voz de su esposa que le llamaba desde adentro. Pasada la alucinación, siguió bajando, abrió la puerta exterior con la llave que colgaba del pasador, y salió a la calle. Aun no había amanecido; pero en el Oriente parecía una tenue claridad precursora del día. La mañana estaba fresca. Caía del cielo un agua menudísima de niebla marina. Sin vacilar se dirigió al muelle.
Cuando tuve edad para meterme de cabeza en los negocios por cuenta propia, con objeto de ganar honradamente algunos cuartos, recuerdo que lucí mi travesura en el muelle, sirviendo de a los muchos ingleses que entonces como ahora nos visitaban.
Sus mejores amigos habían llevado el cadáver hasta un muelle del Neva, colocando un revólver al lado para que la policía admitiese la hipótesis de un suicidio. No; don Marcos no gustaba de estas fiestas nocturnas. Las consideraba peligrosas.
De pronto saltaba impetuosamente, como un muelle que se despliega, como una serpiente que se yergue, y empezaba á bailar casi sin mover los pies, ondulando sus ágiles miembros... Y él sonreía con estúpido arrobamiento, tendiendo la diestra hacia un taburete árabe cargado de botellas. Freya cuidaba de la provisión de licores más aún que de los comestibles.
Palabra del Dia
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