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Actualizado: 29 de octubre de 2025


Su obra «Las primeras armas de Fígaro», estrenada por Déjazet, fué un éxito que le valió ser llamado «el nieto de Beaumarchais». Casi al mismo tiempo triunfaba en el teatro del Palacio Real con «Gentes nerviosas», y poco después robustecía su fama con «El señor Garat», y la lindísima comedia «Patas de mosca».

Esto es un escopetazo decía uno. Vamos decía otro , todo se comprende bien: si ella aseguraba que no pensaba en casarse, era por vanistorio, porque desdeñaba a los lugareños; pero, apenas llegó por aquí un currutaco de la corte, cayó sobre él y le atrapó, como la araña atrapa a la mosca.

Es la pobre mosca que se enreda en la inmensa tela de araña labrada por los bribones que componen la inmensa mayoría del género humano. El consuelo único que el hombre bueno puede tener es que sus verdugos tampoco son felices. La vida es un gran fraude para todos, para los buenos y para los malos.

La melena blanca, corta y, desigual, agitábase erizada, sacudida por el viento; lucía un corpiño de color de ala de mosca, prendido con alfileres, y en la falda, mezquina y desgarrada, un landre voluminoso lleno de llaves de alacenas, cofres y arcas.... Iba cantando, en voz de falsete, plañídera y, tenaz, una extraña canción hecha con refranes y majaderías.

En ambos casos, el desprestigio de un cónyuge a los ojos del otro, y, por consiguiente, el desamor y la antipatía, cosa de muy mal gusto; y nosotros, nacidos para caer de muy alto en la locura de escalar el cielo, no debíamos morir de aquella prosaica y terrena enfermedad. »Muy bien dicha me pareció la parrafada, pero muy poco conveniente para , que era la mosca de estos ditirambos de la araña.

Y Robillotti andaba ya por largar la mosca , cuando para felicidad de su bolsillo, lo encontró el agente policial. Robillotti no paró hasta su casa.

Una mosca paseaba por sus bordes, alargando de cuando en cuando la sutil trompilla, haciendo vibrar, al cruzarlas con las patas traseras, las pardas y transparentes alas.

¡Los asesinos de Madrid! exclamó el Gran Capitán, inflamándose en patriótico ardor . ¿Y cree usted que les tenemos miedo? ¡Santa María de la Cabeza! Ya veo que están fortificando el Retiro, y que no permiten que vuele una mosca alrededor de sus señorías; pero ya hablaremos. Esto es ahora porque estamos sin tropa; pero ¿sabe usted lo que se va a formar en Andalucía? Un ejército. ¿Y en Valencia?

-No más, no más, señor don Quijote -replicó la duquesa-. Por digo que daré orden que ni aun una mosca entre en su estancia, no que una doncella; no soy yo persona, que por se ha de descabalar la decencia del señor don Quijote; que, según se me ha traslucido, la que más campea entre sus muchas virtudes es la de la honestidad.

El ha entrado tranquilo, indiferente, impasible; luego ha dado una vuelta con el discreto desdén de un hombre de mundo. Azorín lo observaba; esta frivolidad le ha molestado un poco. Y, sin embargo, esta frivolidad no era ficticia. He aquí la prueba: Ron, sin pensarlo, ha dado un topetazo con una mosca que se hallaba muy tranquila en medio de la caja. La mosca se ha sobresaltado un tanto.

Palabra del Dia

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