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Despegábanse diariamente de la tierra europea algunos de estos monstruos, arañando la profundidad con las invisibles zarpas de sus hélices, repleto el vientre de carne humana estremecida por los espejismos de la esperanza.

Mi madre y mi hermana han llorado durante dos años; yo he padecido torturas inconcebibles, mientras los verdaderos culpables se regocijaban por mi pérdida y se reían de mi vergüenza. Son unos monstruos y quiero castigarlos.

Asomaron entre sus alas rígidas los cuatro tripulantes, que reían y saltaban con un regocijo semejante al de las colegialas en las horas de asueto.... Al mismo tiempo otros monstruos de actividad terrestre se deslizaron por el suelo, cerca del cuerpo de Gillespie.

Los peces planos nadaban veloces sobre estos monstruos del fango, que también eran planos, pero en sentido horizontal, descansando sobre el vientre, mientras que la platitud de los lenguados y otros de su misma especie era vertical. Las dos caras del cuerpo de los lenguados, comprimido lateralmente, tenían diversa coloración.

Pero no eran mejores ni peores que los hombres de espada que en los mismos años hacían la guerra en Europa. ¡Es curiosa la injusticia del mundo con los conquistadores de América!... Algunos los describen como monstruos excepcionales de maldad, algo de que no hay ejemplo en la Historia; y un siglo después que ellos realizasen su conquista, se desarrollaban en el corazón de Europa la guerra de los Treinta Años y otras guerras de religión, con degüellos en masa de pacíficos campesinos y quemas de pueblos enteros con todos sus habitantes...

La verdad tal vez era buena en las otras cosas de la existencia, pero resultaba fatal para el amor. Era demasiado fuerte, demasiado cruda. El amor se asemejaba á ciertas mujeres, bellas como diosas á una luz artificial y discreta, horribles como monstruos bajo los resplandores quemantes del sol. Créeme: repele esas quimeras del pasado. ¿No te basta el presente?... ¿No eres feliz?

No se expresan en ellos los afectos y cualidades humanas de tal suerte, que sólo momentáneamente llevan su sello íntimo ó materializan éste ó aquel estado físico, dando origen á un mundo especial, habitado por ideas generales, revestidas de cuerpo, y distinto del terrestre. Cierto que el poeta corre grave riesgo de engendrar monstruos, á no ser un consumado maestro.

Febrer, mirando el mar, en cuyo horizonte se marcaba la débil columna de humo de un vapor, pensó en los grandes trasatlánticos, pueblos flotantes, monstruos de velocidad, orgullo de la industria humana, que pueden dar en poco tiempo la vuelta al mundo... Sus remotos abuelos de la Edad Media, que iban a Inglaterra en una nave del tamaño de una barca de pesca, representaban algo más extraordinario.

Cuando se deja arrastrar de esa inclinación, sólo engendra monstruos que recuerdan los sueños de un calenturiento, y las excentricidades más desatinadas en sus creaciones, faltando á la naturalidad y mostrándose alambicado y sutil en el trazado de los caracteres y en la expresión de los afectos.

En la epopeya y en el drama se concibe esto con toda claridad. Tiranos, refinados traidores, monstruos de iniquidad podrán aparecer en el drama o en el poema épico, pero en el pecado llevarán la penitencia, y la reprobación universal será su castigo.