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Actualizado: 12 de junio de 2025
A Cecilia se le había acercado, poco después de entrar en el salón, Paco Flores, aquel ingeniero que pidió su mano por mediación de Gonzalo. Desde que la joven le diera calabazas, él, que, como hemos visto, sólo buscaba una mujer modesta, hacendosa y con algún dinero, se había enamorado de ella y la perseguía a sol y sombra.
Pero la alegría inconsciente y la excelente naturaleza de Priscila, así como su buen sentido, pronto hubieran hecho desaparecer la primera de estas sospechas; mientras que la calma modesta de la conversación y de las maneras de Nancy anunciaban claramente un espíritu exento de todo artificio reprochable.
Se había lavado previamente la cara, y su cabello negro y ordinario llevaba trazas de una reciente pelea con el peine, en la cual, al parecer, ambos llevaban mala parte. La mirada desafiadora brillaba de cuando en cuando en sus ojos, pero su manera era más dócil y modesta.
Esta vez no me reí, sino que entré decididamente en la iglesia. Vi muchos santos pintados o de escultura, y, ¡cosa singular!, parecióme que todas las imágenes sonreían apaciblemente. La iglesia era modesta, blanca, obscura. En los lustrosos bancos se sentaban algunas señoras de edad.
Lo que no podía admitir era que aquella muchacha pálida, modesta, con grandes ojos negros y sonrisa de pueril malicia, tuviese el menor parecido físico con la respetable matrona que le había dado la existencia. La gran fiesta para Chicha era la misa del domingo. Representaba un viaje de tres leguas al pueblo más cercano, un contacto semanal con gentes que no eran las mismas de la estancia.
Como tenía un alma tierna y modesta, fue bastante buena para culparse a sí misma, por la insuficiencia de sus méritos, y queriendo evitar a su hija un destino semejante al suyo, puso todo su empeño en hacer de ella una persona eminentemente distinguida, y tan capaz como puede serlo una mujer, de mantener el amor en el matrimonio.
Tampoco convenía presentarse con desaliño, anunciándose como demasiado influida por la baja condición en que tan injustamente había vivido. El desaseo y abandono serían de muy mal efecto. Era preciso que en su apariencia comedida, modesta, honrada y grave revelara la dignidad con que pasaba de su estado miserable a otro esplendoroso.
No querían que se contagiara de la vida que ellos hacían, modesta y retirada; les gustaba que fuera más corriente y algo mundano, y al mismo tiempo temían verle muy metido en el mundo por los peligros que soñaban en él, particularmente su madre, que era demasiado recelosa y aprensiva.
El cura, revestido con una alba muy bella y una casulla modesta, y acompañado de dos acólitos vestidos de blanco, comenzó la misa.
No hay señora principal ni semi-principal que no acoja bien a la más modesta provinciana, que conoció en el campo o en algunos baños o en alguna ciudad de provincia, y que no la llame prima y la trate como a pariente, si por acaso lo es. «En Madrid pensaba el Conde falta ahora mucha gente por el verano, pero Madrid no se ha quedado desierto.
Palabra del Dia
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