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Actualizado: 14 de julio de 2025
El seminarista peca por otro concepto: es real, pero con realidad bestial y grosera, que el autor marca y acentúa con verdadero encarnizamiento y saña. Su tía vale mucho más, y a veces habla una lengua digna de la mismísima madre Celestina.
Llegó por fin la primera noche de ensayo, y aquí te quiero escopeta, con más fruición que si fuese á ocupar una barrera de sombra en día de plaza partida, me posesioné de un banco, en la mismísima del pueblo, que aunque no era de toros lo sería de la Constitución si estuviese en España.
Mi tío dijo la condesa es la mismísima personificación del statu quo. Todo lo nuevo le disgusta. Voy a envejecer lo más pronto posible, para agradarle. No harás tal, sobrina repuso el general ; y así no exijas tampoco que yo me rejuvenezca para adular a la generación presente.
Al día siguiente Glocester delante del Magistral, sin compasión, refería en la catedral todo lo que había sucedido en el baile. «La aristocracia se había encerrado en un gabinete, en el gabinete de lectura, para cenar y bailar, y doña Ana Ozores, la mismísima Regenta que viste y calza, se había desmayado en brazos del señor don Álvaro Mesía».
Anda, anda, y buena pro te haga, que por el año de mi abuela, que yo no la conocí, ni sé quién fuese, que las has de pagar a ayunos y vahídos y hasta con las setenas: pues qué, ¿soy yo ahí una nonada, y no tengo yo aldabas a que agarrarme, y tales, que no digo yo de ti, sino de la mismísima Gorgona que de mí hiciera presa me librara?
Romadonga sintió un escalofrío mortal correr por sus venas. Volvió el rostro espantado y se encontró con la mismísima Concha. Instintivamente puso las manos por delante. ¡No seas tan jindamón, hombre! profirió la chula con voz ronca, apoyándose en cada sílaba y mirándole de arriba abajo con ojos torvos, despreciativos. ¿No ves que soy una mujer?
Un día, finalmente, me trajo su reloj, los pendientes de su mujer, y doce cajas de pieles y manguitos, y aquella misma tarde, aquella mismísima tarde, señora, me le veo en la Puerta del Sol, encaramándose en un coche para ir a los Toros... Si son así... quieren el dinero, como quien dice, para el materialismo de tirarlo.
Cuando la prójima le vio entrar aquel día con el sombrero echado hacia atrás, los ojos chispeantes, los movimientos ágiles, comprendió que las noticias eran buenas. «Con estos alegrones dijo él abrazándola , se rejuvenece uno. Chulita, otro abrazo, otro. Vengo de hablar con la mismísima doña Lupe la de los Pavos». Fortunata se asustó sólo de oír el nombre de su tía política.
Palabra del Dia
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