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Dijo uno: ¡Pues es muy bueno esto para haber de estudiar! Miraron las camas y quitáronlas para ver debajo, y dijeron: -Sin duda debajo de la de Pablos hay algo; pasémosle a una de las nuestras y miremos debajo de ella.

Este gran silencio del campo, después del inmenso bullicio de París, ¡es adorable! Quedémonos ahí, sin decir nada. Miremos el cielo, la luna y las estrellas. Los cuatro, con sumo placer, ejecutaron este pequeño programa.

ELECTRA. Te vas a lucir, maestro: yo te digo que te lucirás. MÁXIMO. Haré una mujer buena, juiciosa, amante... ¡Vaya si me luciré! ELECTRA. No te detengas por . Miremos ante todo a las obligaciones. ¿Tardarás mucho? MÁXIMO. No creo... Estaré aquí cuando Evarista vuelva de misa. ELECTRA. ¿Y nuestro Marqués ha venido, como nos prometió?

Esta vida no es más que un mediano pasar: así lo encontramos y así lo hemos de dejar; y por mucho que miremos para el Cielo no ha de caer el maná... «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», dijo quien dijo, y no hay más. ¿Qué saca usted de ponerse a cavilar sobre si el alma es esto o aquello?

Esta es ya una vida mejor. ¿Por qué no nos hemos encontrado antes? No miremos hacia atrás, respondió Ester, lo pasado es pasado: ¿para qué detenernos ahora en él? ¡Mira! con este símbolo deshago todo lo hecho y procedo como si nunca hubiera existido.

Ahora está usted como quiere, Sr. de Platón, según he oído, ganando unos grandes dinerales con la pintura. Defendemos el santo garbanzo, señora... Yo me alegro por diferentes motivos, pues estando usted tan en grande no se le ocurrirá engañar a la gente. Izquierdo se rascaba una oreja, y la habría dado porque la santa mudara de conversación. Si la señora quiere, no miremos pa tras.

Allí, a aquellos campos donde entregó su vida el héroe más puro y grande del poema de hierro de nuestras guerras de independencia, debieran ir los que ahora, olvidados de todo lo que no sea su personal interés, ponen la patria de cabalgadura y de látigo la gloria que conquistaron en su defensa; los prácticos eternos que no piensan ni por un momento en la gloria de morir peleando por la libertad y en lo cómodo de vivir, aunque sea de rodillas, a los pies de los amos del momento; los que no saben que hay algo más triste que ser esclavo, y es mostrar que no se es digno de ser libre... ¿Y se perderá entre los cubanos el recuerdo de existencia tan pura, tan meritísima y ejemplar? ¿Será tanta nuestra pequeñez, que ocupados en buscar la comodidad y el gusto y el regalo personal, no miremos que se nos puede caer la casa de todos, la obra santa que él coronó a costa de su sangre? ¿Será todo chiste, ira, medro?

17 Como viento solano los esparciré delante del enemigo; les mostraré las espaldas, y no el rostro, en el día de su perdición. Venid e hirámoslo de lengua, y no miremos a todas sus palabras.