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Actualizado: 9 de junio de 2025
Sé muy bien que si este mineral que tengo en las manos fuese oro, tendria tal calidad; pero el embarazo está en que ni se me ocurre que esto pueda ser oro, y por tanto no pienso en uno de los dos extremos; ni aun cuando pensara en ello, me encuentro con medios para comprobarlo.
Y el Barbas acompañó un buen trecho al doctor, mugiendo sus maldiciones y amenazas contra los contratistas que eran sus enemigos más inmediatos y contra los ricos de Bilbao siempre invisibles, divinidades maléficas que hacían sentir la fuerza de su poder en la montaña, sin mostrarse más que por la mediación de administradores y capataces, si explotaban la mina directamente, ó de contratistas si creían más ventajoso para ellos ajustar el arranque del mineral.
Y avanzaba por la plataforma inmediata á los altos hornos, saltando los arroyos de metal en ebullición. Cada vez que pasaba por encima de una de las zanjas, una bocanada de fuego subía por sus piernas hasta la cruz de los pantalones. ¡Por fin!... Aquí se respira dijo el doctor al descender de la meseta donde sangraba el mineral, poniendo los pies en tierra firme.
Así se ve que el valor de este mineral es indudable y que es una fuente de riqueza poderosa para Venezuela. Dicen algunos investigadores que el "fuego fatuo," que se ve con mucha frecuencia en Venezuela, es indicio de vastos depósitos subterráneos de asfalto. Además parece indicarlo la formación ígnea del terreno.
Lo que a usted le maravilla son los bloques de piedra que llaman cretácea y de arcilla ferruginosa endurecida que han quedado después de sacado el mineral. Dicen que esto presenta un golpe de vista sublime, sobre todo a la luz de la luna. Yo de nada de eso entiendo.
Y de él también, los altos hornos que ardían día y noche junto al Nervión, fabricando el acero, y gran parte de los vapores atracados á los muelles de la ría cargando mineral ó descargando hulla, y muchos más que paseaban la bandera de la matrícula de Bilbao por todos los mares, y la mayor parte de los nuevos palacios del ensanche y un sinnúmero de fábricas de explosivos, de alambres, de hojadelata, que funcionaban en apartados rincones de Vizcaya.
Bajo de estas líneas cae el famoso mineral del Cerro del Payen, el del Cerro Nevado, Diamante y otros muy conocidos, y ansiados de los chilenos, que resisten franquear los indios, por no ser inquietados, ó despojados de ellos á viva fuerza.
Pronto los catalanes, gallegos y vizcaínos que residían en el mineral entraron en disensiones con los andaluces, castellanos y criollos favorecidos por los Salcedo. Se dieron batallas sangrientas con variado éxito, hasta que el virrey don Diego de Benavides, conde de Santisteban, encomendó al obispo de Arequipa, fray Juan de Almoguera, la pacificación del mineral.
Verás toda esa tierra, cuya riqueza mineral se esconde en muy profundos criaderos de diferentes metales y carbon de piedra, cubierta de dehesas, de encinares, chaparros, charnecas, brezos y mata prieta, poblada de rebaños y piaras, sin mas industria que el tejido de bayetas y la alfarería.
Esto es un escándalo; los millones entran en casa como una inundación. Ahora habla de construir una flota de barcos propia para que transporten el mineral á Inglaterra: quiere establecer fundiciones en la orilla del Nervión, que fabriquen carriles, puentes enteros, cañones, navíos de guerra ¡qué sé yo cuántas locuras más! Créeme, Luisillo; esto es demasiado: no puede durar».
Palabra del Dia
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