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Actualizado: 3 de mayo de 2025


Y uno solo de estos organismos infinitesimales, bastaba para matar una criatura humana, para diezmar con la epidemia una nación. ¿Por qué no habían de influir los hombres, microbios del infinito, en aquel universo, en cuyo seno quedaba la fuerza de su personalidad?... Después, el revolucionario parecía dudar de sus palabras, arrepentirse de ellas.

Clara no quiso acostarse y se estuvo hasta las primeras horas de la madrugada con su tía Eugenia, que dormía poco y vivía cada vez más miserable bajo un constante terror de todas las calamidades posibles e imaginables; unas veces de los grandes agentes físicos, el aire, el fuego, el agua, otras de los organismos microscópicos, bacilos, microbios, etc.

Nuestros nuevos astros y nuestros nuevos microbios son, poco más o menos, tan viejos como nuestros nuevos políticos. ¿Qué tal le va a usted me preguntan desde el extranjero en ese hermoso país del sol y del cielo azul? Pues en este hermoso país del sol y del cielo azul nos pasamos la vida tomando bromo-quinina para luchar contra el constipado.

¡Ah, no!... Llegará un día en que España será un país de microbios solos, y entonces la lucha por la vida adquirirá aquí caracteres horribles. Antes de esa fecha exclamó el microbio local yo me agarraré al presupuesto. Buscaré un empleíllo en algún laboratorio, como microbio de cultivo, y ¡a vivir! ¿Han leído ustedes las experiencias del doctor Voronof?

Doña Eugenia era una mujer económica, pero había adquirido un vicio considerable, el del papel. Cada día más enemiga de los microbios y resuelta a darles guerra crudísima mientras le quedase un soplo de vida, desde hacía algún tiempo ni daba la mano a nadie sino enguantada ni tocaba objeto alguno si no era interponiendo entre los bacilus y sus dedos un papel.

; has estado en la oficina y todos esos empleados suelen tener microbios. ¡Mis empleados no tienen microbios! replicó Escudero saliendo por el honor de su dependencia. Todo el mundo los tiene. En esa botella hay una solución de sublimado. Doña Eugenia hablaba con tal autoridad y firmeza que parecía no admitir la posibilidad de una réplica.

Así que me he puesto fuera de su alcance, saliendo de una casa que dominaban y viviendo entre gentes que les desprecian, nada pueden contra . Aislados nada valen: pero hay que temerles allí donde les ayuda la imbecilidad, donde la gente va hacia ellos. ¿Cómo te explicaré lo que pienso? Son como los microbios, que nada valen, y, sin embargo, llegan á producir una epidemia.

En el caso concreto de la vacuna, la mayoría del vecindario parece considerarla como una tiranía, y si se considera que la vacuna es la tiranía, no se está muy lejos de creer que la viruela sea la libertad. ¿Lo es, en efecto? Desde el punto de vista de los microbios, no cabe la menor duda; pero, desde nuestro punto de vista, la cosa es ya bastante más discutible.

Palabra del Dia

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