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Actualizado: 19 de junio de 2025
Quintanar inventaba sofismas y hasta mentiras para estar fuera, en su despacho, en el Parque. «¡Qué gran cosa eran el Arte y la Naturaleza! En rigor todo era uno, Dios el autor de todo». Y respiraba don Víctor las auras de abril con placer voluptuoso, tragando aire a dos carrillos.
Esto es el fin del mundo: todo farsas y mentiras. Voy creyendo que vivimos en plena comedia y que somos muchos los que hacemos el papel de bobos. De lo que tengo certeza es de que existen muchos ladrones, muchísimos, que no conoce la Guardia civil ni los conocerá jamás. Si ahora tuviese yo que conducir criminales, los miraría con mejores ojos. ¡Pobres diablos!
¡Robar! mugió Tocino. ¡Robar! ¡Siempre está usted con lo mismo! Tanto oye usted á los trabajadores, en su manía de mimarlos cuando se los llevan al hospital, que acaba por creer todas sus mentiras. Aquí á nadie se roba. Aquí lo único que se hace es defender lo que es de uno.
Miguelina le interrumpió con gran violencia: ¡Calle usted!... No diga estas cosas, pues no son sino viles mentiras. Usted solamente puede darme la certidumbre y yo le suplico que sea franca. ¿Cuál es la fecha exacta del nacimiento de Simón? No sé... No lo recuerdo bien balbuceó la hostelera visiblemente turbada.
A la mitad desta plática se halló Sancho presente, y quedó muy confuso y pensativo de lo que había oído decir que ahora no se usaban caballeros andantes, y que todos los libros de caballerías eran necedades y mentiras, y propuso en su corazón de esperar en lo que paraba aquel viaje de su amo, y que si no salía con la felicidad que él pensaba, determinaba de dejalle y volverse con su mujer y sus hijos a su acostumbrado trabajo.
He sabido por Cupido, que de todo se entera, lo que usted hacía en Madrid. También he figurado entre sus admiradores. ¡Lo que puede la amistad!... Yo no sé qué será esto; pero tratándose del señor Brull, me trago las mayores mentiras, aun sabiendo que lo son.
Nada nuevo podía esperar; se horrorizaba pensando en el parloteo vano de una desconocida que desea hacerse interesante; en las mentiras de un sentimentalismo repentino y falso; en la grotesca animalidad del acoplamiento que daría fin á tanta molestia. No; le era imposible.
Arrancose una vez a armar la gorda «para que no crea pensaba que me trago sus mentiras y que estoy aquí haciendo el papamoscas». Pero Fortunata, recordando al instante las lecciones de su amigo Feijoo, trazó la raya divisoria que este le recomendara, y vino a decir en sustancia: «de aquí para allá, señora, gobierna usted; de aquí para acá, están mis cosas y en ellas no tiene usted que meterse».
Se detuvo en la calle para lanzar una última mirada al hotel. «¡Adiós, maldito albergo!... Nunca volvería á verle. ¡Ojalá se quemase con todos sus habitantes!» Al pisar la cubierta del Mare nostrum, su forzada satisfacción fué en aumento. Sólo aquí podía vivir, lejos de las complicaciones y mentiras de la vida terrestre.
Proscribiendo el uso de la inteligencia moderna para la vida moderna, la Iglesia se ha habilitado para continuar explicando los hechos del presente con la inteligencia del pasado, y pudiendo así acuñar verdad obligatoria para sus fieles, con errores, mentiras y absurdos, puede confeccionarles dogmas de fe sobre lo inexplicable, lo desconocido y lo incomprensible, sobre el pasado y el futuro de la existencia humana.
Palabra del Dia
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