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Actualizado: 10 de mayo de 2025


No mirais aquel mendigo De aquella iglesia á la puerta, Cuya miseria despierta Simpática compasion; Y que á todos los que pasan Tendiendo mano transida, Pide con voz dolorida Una limosna por Dios! Es un mártir de la patria, Un soldado valeroso Del estandarte glorioso Que el hemisferio cruzó; Soldado que en otro tiempo Hizo temblar al guerrero Y que hoy pide al pasagero: Una limosna por Dios!

Era la misma hora, era el propio lugar y frontero al puente aquel roto, debajo de los hermosos nogales y al lado mismo de aquella fuente clara, se miraba un hombre sentado, pero de muy distinta traza a la del mendigo ciego y lisiado con quien nos comunicamos en conocimiento al comienzo de esta historia.

Yo debo manifestar dijo Ponte con honrada sinceridad , que no hace muchos días, pasando yo por la Plaza del Progreso, la vi sentada al pie de la estatua, en compañía de un mendigo ciego, que por el tipo me pareció... oriundo del Riff».

Entre los muchos que se les presentan implorando compasión, llega también el Demonio transformado en mendigo, y entra en el hospital: ha imaginado esta astucia para pervertir al arrepentido Julián, y convencerlo de que jamás expiará su pecado, puesto que sus padres murieron sin hacer penitencia. Para confirmarlo en sus escrúpulos le presenta las almas de ambos, rodeadas de llamas infernales.

Lo que siento es haber dado mi bolsa á un mendigo allá en el bosque.... Perdonad, señor, dijo Roger; todavía quedan en ella algunas monedas. Pues dádselas á la madre del arquero, ordenó el noble, poniendo al trote su caballo, mientras Roger depositaba dos ducados en la mano de la vieja, que olvidando su cólera invocó las bendiciones del cielo sobre el barón, Tristán y sus compañeros.

Nada más contrario a la verdadera poesía que el hambriento, el mendigo, el tísico o el jorobado. Estas son impurezas de lo real, que ni en la poesía trágica ni en la cómica pueden hallar consuelo. Búsquese el consuelo en la caridad, y el remedio en la ciencia, hasta donde fuere posible.

El mangante tiene un castizo abolengo, y nuestros contemporáneos lo son, más que por necesidad, por imperativo de la casta, por una enorme fuerza de atavismo. ¡Oh, capa de mendigo, santificada y evangélica, altiva como la del mismo rey!

Dos años después un mendigo paralítico le gritaba en Buenos Aires: Adiós, mi general; soy el andaluz de Tucumán; estoy paralítico. Facundo le dió seis onzas. Estos rasgos prueban la teoría que el drama moderno ha explotado con tanto brillo, a saber: que aun en los caracteres históricos más negros hay siempre una chispa de virtud que alumbra por momentos y se oculta.

22 Y aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de , y envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama.

En Toledo todo es triste, y el hombre de alguna comodidad, como el menestral y el mendigo, tienen todos un aire de vetustez, de tristeza, de ruina y de miseria que los hace sombríos á los ojos del viajero.

Palabra del Dia

ciencuenta

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