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Actualizado: 3 de junio de 2025
¡Felicidad! exclamó ella con acento melodramático, oportuna reminiscencia de su carrera artística ¡Felicidad!... Juan, no me hagas ser mala... ¡No quiero!... Adiós. ¡Jamás volveremos a vernos! En seguida hizo a la niñera una seña, salió ésta con el chico, le arroparon, pusiéronse la moza su mantón, la señora su linda chaquetilla, y salieron del palco.
Había en él algo de personaje melodramático artificiosamente concebido, cual si al crearle hubiera querido la Naturaleza condensar en un tipo la perversidad que de ordinario derrama en muchos individuos. Era de los hombres que pierden irremediablemente a la infeliz en quien se fijan, cuando no lo evita esa virtud inquebrantable y misteriosa, que halla su voluptuosidad en la resistencia.
Pero el duque retrocedió, y extendiendo al mismo tiempo sus manos convulsas, exclamó: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡No te acerques! ¡Escucha, papá! ¡No te acerques, ingrata, perversa! repitió el duque con voz temblorosa y tono melodramático. Fuera de aquí, sin vergüenza. ¿Tiene usted valor para presentarse después de lo que ha hecho con su padre? chilló la malagueña animada por la actitud del viejo.
Tristán, que no era aficionado a esta clase de lecturas domésticas, rehusó bruscamente la invitación. Sin embargo, la condesa de Peñarrubia con un gesto melodramático le pidió permiso para recitar ella misma una de sus mejores composiciones, El golpe de viento, que sabía de memoria. Tristán se lo otorgó con galantería. La condesa obtuvo un triunfo ruidosísimo. Hubo necesidad de repetir.
Se dió a gritos doña Rebeca; Narcisa, ilesa, inventó un desmayo, y Julio iluminó con un destello de feroz alegría su vidriosa mirada. Andrés, creyendo que había herido a su hermana, improvisó un segundo acto melodramático, y aprovechando una iracunda mirada de su madre, fingió querer clavarse en el pecho un inofensivo cuchillo de postre.
A Perico se le encontraba con más frecuencia en otro departamento tétrico como una espelunca, las paredes color de avellana tostada, los cortinajes gris sucio con franjas rojas, donde una hilera de bancos de gutapercha moteada hacía frente a otra hilera de mesas, cubiertas con el sacramental, melodramático y resobadísimo tapete verde.
Un veneciano que tenia pretensiones de erudito, me contó con aire melodramático la historia de Faliero y su trágica muerte, haciendo partir de este acontecimiento la costumbre de tener enlutadas las góndolas.
Palabra del Dia
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