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Actualizado: 8 de junio de 2025


Esos ríos de agua caliente, angostos al principio, como de veinte leguas de ancho, y que por largo espacio conservan su vigor y poderosa identidad, poco á poco se cortan, entíbianse, empero se dilatan y se ensanchan hasta mil leguas. Maury estima que el que parte de las Antillas é impele el Norte hacia nosotros, traslada y modifica la cuarta parte de las aguas del Atlántico.

Pero Juan Maury era más egoísta de lo que yo había imaginado. Era además tan gurrumino que tenía más miedo de su mujer que de una espada desnuda; y Lady Maury era quizás la más severa, la más entonada, la más en sus puntos y la más enemiga de lo escandaloso e incorrecto de cuantas Ladies vestían y calzaban a la sazón en todo el Reino Unido de la Gran Bretaña.

Apelé entonces al confesor de mi hija, le puse en el secreto de todo y le di la comisión de ir a Inglaterra, de buscar a Juan Maury, de hablar con él, de reiterarle mi pretensión y de exponerle mis planes. Mi hija era suya, y yo lo juraba por lo más sagrado. No necesitaba de la hacienda de él.

Yo me comprometía, si era necesario, a no volver a ver a mi hija para no contaminarla con mi contacto. A ella, si Juan Maury no quería tenerla en su casa, la podría tener bajo la custodia y autoridad de una ilustre y anciana parienta suya, viuda y sin hijos, y de quien sabía yo que le amaba en extremo.

Pronto pasó uno más, cuando ocurrió algo que, si bien hubiera debido preverse, fue muy doloroso para Rafaela. Juan Maury, trasladado por su gobierno con ascenso a una Legación de Europa, tuvo que abandonar a Río de Janeiro.

El Vizconde tuvo el buen gusto de acomodarse a las circunstancias e hizo bien el papel de confidente y amigo. Así el coloquio duró aún más de una hora. Rafaela volvió a hablar de su pena, de su aspiración no cumplida de amor verdadero y de la desesperanza que de este amor tenía, celebrando y llorando a la vez por ello la partida de Juan Maury.

Antes de él, el mar sólo constituía una cosa á los ojos del sinnúmero de marinos que se deslizaban por sus aguas; gracias á Maury, hoy se le considera persona: todos le reconocen por un exaltado y formidable amigo á quien adoran y quisieran domar. El norteamericano está enamoradísimo del mar. Sin embargo, á cada momento se contiene y se para, temiendo traspasar el límite que se ha propuesto.

Rafaela creía en la propia contrición, en su horror al pecado y en su firme propósito de la enmienda que la movían a despedir a Arturito. Lejos, muy lejos de ella la idea de que Juan Maury diese o pudiese dar el menor impulso para aquel acto.

Si por la vileza de mi origen, si por el ruin desorden de mi primera vida no merezco ni soy digna de ciertas cosas, me repugna reclamarlas, solicitarlas de nadie y hasta insinuarme para que se me concedan por favor ya que para ellas no tengo el menor derecho. De aquí que yo, más bien que mostrar a Juan Maury toda la vehemencia y la elevación de mi afecto, traté de disimularlas.

Las muecas de la cabeza esculpida, al moverse por medio del resorte de la manera ya indicada, divirtieron mucho a los jóvenes brasileños, y no pocos se apresuraron a ser presentados a Juan Maury para que les enseñara el bastón, cuyo éxito fue tan grande que le pidieron las señas de la ciudad y de la tienda donde le había comprado, y pidieron una buena remesa de ellos para Río.

Palabra del Dia

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