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Actualizado: 7 de octubre de 2025
Tampoco faltaban entre ellos algunos malgara docks, sacerdotes y médicos a un tiempo, que tanto curan heridas o enfermedades como celebran matrimonios. Aquella turba feroz y hambrienta se disponía a arrojarse sobre los cuatro blancos, con cuyos cuerpos contaba para darse un banquete; pero el temor los tenía vacilantes.
Del discurso pronunciado por Pailleron, director de la Academia, sacamos el juicio sobre El Abate Constantín: «...De este género fino hasta refinado, de esta literatura elegante y discreta, vuestro volumen Dos matrimonios es quizá el tipo más acabado, ejemplar más simpático, pero el tiempo me ha sido contado para que pueda detenerme.
Había que cambiar de forma de Gobierno cada poco tiempo, y cuando estaba en república, ¡le parecía la monarquía tan seductora...! Al salir de su casa aquella tarde, iba pensando en esto. Su mujer le estaba gustando más, mucho más que aquella situación revolucionaria que había implantado, pisoteando los derechos de dos matrimonios.
Entonces acaso existiera en los matrimonios fidelidad, aunque lo dudo, porque la inclinación al cambio reside igualmente en el fondo de nuestra naturaleza espiritual.
El casamiento había sido en Londres, uno de esos matrimonios rápidos como se ven en las cintas cinematográficas, y para el cual sólo son necesarios un sacerdote que lea el libro santo, dos testigos y algunos papeles examinados á la ligera. Acabó el español por arrepentirse de tantas dudas.
No aprende; no se le pega nada. Y como para todo se necesita talento, una especialidad de talento, resulta que esa infeliz que tanto te da que pensar, no sirve absolutamente para diablo, ¿me entiendes? Si todas fueran como ella, apenas habría escándalos en el mundo, y los matrimonios vivirían en paz, y tendríamos muchísima moralidad.
Si comfrontamos ahora el número anual de los matrimonios con los nacimientos, verémos que en 1830, por ejemplo, se han registrado quinientos cincuenta y un matrimonios y mil quinientos noventa y un nacimientos, lo que determina Hijos por cada matrimonio, 2. 090 Hijos legítimos por cada matrimonio, 3,777
El anciano indígena era el único, antes de la llegada del cura, que dirimía las controversias sobre tierras, a quien se llevaban las quejas de las familias, de consultas sobre matrimonios y sobre asuntos de conciencia, y jamás un vecino tuvo que lamentarse de su decisión, siempre basada en un riguroso principio de justicia.
Se habló de lo pasado. «En rigor, siempre se habían querido; había algo que les unía a pesar suyo. Se tronaba porque la constancia es imposible y hastía al cabo; eran ridículas unas relaciones muy largas; esto lo habían aprendido los dos en Madrid. Los matrimonios deben aburrirse a los dos años, a más tardar; los arreglos pueden tirar algo más, poco».
Cuando ofrecía la mano a la Vizcondesa para ayudarla a subir, me dijo ésta: ¿Ve usted, señor, cómo con la religión y los buenos principios no hay matrimonios desproporcionados y rodeados de peligros?
Palabra del Dia
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