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Actualizado: 17 de mayo de 2025


He venido a buscar al doctor; necesito ver al doctor le dijo Silas ; ante todo, al señor Crackenthorp. ¿Qué sucede, Marner? dijo el pastor . El doctor está aquí; pero antes decid tranquilamente para qué lo necesitáis.

Y, si lo hiciera, vos no tendríais nada que ver en ello: vos no tenéis responsabilidad alguna. Vos tenéis el derecho de considerar el asunto de ese modo, Marner; pero yo no lo podré hacer nunca. Espero que me dejaréis proceder de acuerdo con mis sentimientos de justicia. Yo que vos os contentáis fácilmente: sois un hombre que ha trabajado duro toda su vida.

Nos sentimos inevitablemente inclinados a creer que un hombre, en la situación de Marner, hubiera comenzado por poner en duda la validez de un llamamiento hecho a la justicia divina tirando a la suerte.

Pues, , maese Marner dijo Dolly, que estaba sentada escuchándole, con su rostro tranquilo, ahora encuadrado de cabellos canos , yo también temo; es la voluntad de Aquel que está allá arriba, que muchas cosas permanezcan obscuras para nosotros; pero hay algunas que nunca lo han estado para ; son principalmente las que me vienen al espíritu durante el trabajo del día.

Cualquiera que lo hubiese observado mientras que la luz rojiza brillaba en su rostro pálido, en sus ojos extraños y dilatados y sobre su cuerpo flaco, hubiera quizá comprendido la mezcla de piedad desdeñosa, de temor y de sospecha con que era mirado por sus vecinos de Raveloe. Sin embargo, pocos hombres podía haber más inofensivos que el padre Marner.

Les era imposible a aquellos vecinos dudar de la veracidad de Marner. No podían, a decir verdad, basándose en la naturaleza de los hechos relatados por él, afirmar inmediatamente que no tenía motivos para exponerlos con fealdad; pero, como lo hizo observar el señor Macey, no es probable que personas que tienen al diablo en su favor, se abatieran tanto como el pobre Silas.

Hacía ya quince años que Silas Marner vivía en Raveloe.

No le repugnaba a Aarón lucir sus talentos, aun delante de un ogro, siempre que se sintiera en seguridad. Por lo tanto, después de algunos ademanes de falsa vergüenza, consistentes principalmente en restregarse los ojos con las manos y en mirar a Marner por entre los dedos para ver si éste deseaba ardientemente oírlo cantar, se dejó al fin poner erguida la cabeza.

, , ciertamente, estaba seguro de que me daríais las gracias dijo el señor Macey , y soy de opinión que... A propósito, ¿tenéis ropa que vestir los domingos? No dijo Marner. Eso pensaba dijo el señor Macey . Ahora dejadme aconsejaros que os proporcione un traje. Tookey es un hombre diablo, pero se ha hecho cargo de mi sastrería, y lo he habilitado con algún dinero.

Marner era muy estimado por aquel pequeño mundo que, para sus miembros, constituía el Patio de la Linterna.

Palabra del Dia

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