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Actualizado: 26 de junio de 2025
Detrás de ella lucía el retablo del altar mayor su majestuosa fábrica de un dorado suave y viejo: todo un mundo de figuras representando, bajo calados doseletes, las diversas escenas del drama de la Pasión. Entre el retablo y la verja, el oro parecía chorrear, resbalando por las blancas paredes, marcando con líneas deslumbrantes las junturas de los sillares.
Y su busto sangriento y palpitante Pusieron por escarnio en la picota; Y su sangre que cae gota por gota Marcando está las horas del dolor. El pueblo le contempla con asombro Y de su labio cárdeno y helado Parece que esperase atribulado El grito de Esperanza y Redencion.
La nave del raptor se percibía aún, pero lejos, y navegando con tal rapidez que pronto iba a perderse detrás de la comba que forma el mar, marcando una curva de azul profundo en el cielo más claro. El furor de Mutileder fue indescriptible, aunque a nada conducía.
No obstante, aun quedan algunas épocas que quiero ir marcando debidamente: servirán más bien para mis hijos que para mí. Las últimas de ellas, las que pueden conducir a la felicidad celeste, no pueden descuidarse.
Esto parece que obliga á atenerse al método empleado por los esperimentadores; pero no se opone á que se reunan los elementos por un sistema de racional apropiacion del medicamento á la enfermedad, agrupando los síntomas por funciones y aparatos, refiriéndoles á su orígen y marcando los que caracterizan su accion.
Cubría su busto ligera chambra, tan mal cerrada, que enseñaba parte del seno ubérrimo. Arrastraba unos zapatos de presillas puestos en chancleta, y los tacones iban marcando sobre el piso de baldosín un compás de pasos harto estrepitoso. «Iba a echarme la bata dijo Refugio, después de revolver en un montón de ropas que estaba sobre el sofá , pero como usted es de confianza...».
Unos alambres interminables iban de poste en poste, casi a ras de tierra, marcando los límites de la llanura, repartida en proporciones gigantescas. Y en estos cercados de término indefinido, que no podían abarcarse con los ojos, movíanse los toros con paso tardo, o permanecían inmóviles en el suelo, empequeñecidos por la distancia, como caídos de una caja de juguetes.
Mi hermano y yo somos personas decentes... Ya lo creo... Pues claro. Pues turbio. Somos personas decentes. Y príncipes de Asturias. Aquel trabajo es para mulos, no para criaturas. Yo quiero que mi hermano vaya a la escuela. Y al colegio. Eso es, al colegio replicó Isidora marcando sus afirmaciones con el puño sobre la endeble mesa Yo lo quiero así..., y nada más».
La música se había colocado en el avante del paseo y rompió a tocar la consabida marcha, aunque el buque estaba lejos de la ciudad. Muchos pasajeros caminaban marcando el paso al compás de la música, lo mismo que los chicuelos que desfilan delante de un regimiento. Algunas parejas bailaban, esforzándose por ajustar sus saltos al ritmo de la marcha.
Subían los haces de columnas con rígida sencillez, marcando el arranque de los arcos con capiteles simples, en los cuales el cardo gótico aún no tiene la exuberante frondosidad del período florido.
Palabra del Dia
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