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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Ardía aún después de ocho años aquella pasión que había resistido a la falta misma del vaso de deleite; que ultrapasaba la muerte capital del organismo que la creó, la sostuvo, y no fué capaz de aniquilarla consigo; que sobrevivía monstruosamente de sí misma, transmutando el ansia causal en supremo goce final, manteniéndose ante la eternidad en una rugosidad del viejo cráneo.
En consecuencia flirteé con una amiga suya, mucho más fea, pero infinitamente menos hábil para estas torturas del tête-a-tête a diez centímetros, cuya gracia exclusiva consiste en enloquecer a su flirt, manteniéndose uno dueño de sí. Y esta vez no fuí yo quien se exasperó. Seguro, pues, del triunfo, pensé entonces en el modo de romper con Inés.
Maltrana había realzado su triunfo manteniéndose en serena modestia, fingiendo no ver las miradas curiosas y admirativas. El señor Munster le hablaba ahora con respetuosa gravedad, no osando permitirse más bromas con un hombre que andaba a tiros y almorzaba luego tranquilamente sin acordarse del peligro.
Luego, una idea iba esparciendo por su pensamiento cierta frescura bienhechora. ¡Si hubiesen hombres inmortales!... Entonces sí que resultaría horrible la desesperación, al pensar que el muerto podía haberse librado de la muerte manteniéndose lejos del peligro. Pero nadie era inmortal. Morir bajo el proyectil ó bajo el microbio, era morir lo mismo.
Solteras ambas, vivían juntas, manteniéndose de una escasa labranza y del trabajo de Maripepa que era habilísima tejedora. Todo lo que hilaban las mujeres en Entralgo y Canzana lo convertía ella en tela. Pacha, que le llevaba diez ó doce años, cosía por las casas y ejercía el mando de la suya.
Aún creía posible la continuación de su vida pasada; menos brillante que en otros tiempos, manteniéndose en segundo término, pero con iguales satisfacciones. El engaño de su matrimonio con un artista mediocre iba a ser un paréntesis de sombra nada más. Tal vez se cumpliese el soñado destino, acabando ella por ser la compañera de un grande hombre.
Sin embargo, cuando Flimnap les dijo que el gigante ya no haría resistencia, dejándose registrar y obedeciendo á cuanto quisieran ordenarle las autoridades, todos se mostraron algo más efusivos con el mediador, agradeciendo sus buenos oficios. Por indicación de Flimnap, el ejército cesó en su movimiento ascendente, manteniéndose lejos de la Galería.
Y los dos jóvenes se abrazaron en la entrada de la casucha, juntando sus bocas sin ningún estremecimiento de pasión carnal, manteniéndose largo rato unidos, como si despreciasen el escándalo de las gentes, como si con su amor desafiaran los aspavientos de un mundo viejo que iban a abandonar.
Es un dios á quien agrada un templo magnífico, y un culto esplendoroso; pero manteniéndose el ídolo escondido en la misteriosa oscuridad del santuario. Esto probablemente es mas culpable á los ojos de Dios, pero no atrae con tanta frecuencia el ridículo de los hombres.
Reproducianle los indios, que solo les daria 20 ó 25 azotes: á que replicaba, que si cometian aquella falta, los castigaria con los 50, como lo habia acostumbrado hasta entonces, manteniéndose inflexible á estas y otras proposiciones que le hacian, opuestas á su ministerio.
Palabra del Dia
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