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Dijo: Entonces permítame que la sirva... ¿No era así como hacíamos cuando usted era la querida Teresita? Con mil precauciones y cuidando de no tropezar con nada para no despertar al señor Aubry, transportó la mesa y se puso a manejar hábilmente los diversos utensilios, preparando el y cortando los asados. ¡Qué diestro es usted! observó María Teresa. ¿Le sorprende?

Otras tenían los pisos en declive, y en todas ellas oíase hasta el respirar de los vecinos. En algunas se veían mezquinos arcos de fábrica para sostener el entramado de las escaleras, y abundaba tanto el yeso en la construcción como escaseaban el hierro y la madera. Eran comunes las puertas de cuarterones, los baldosines polvorosos, los cerrojos imposibles de manejar y las vidrieras emplomadas.

Si bien hay ciertas cualidades comunes á todos los hombres, estas toman un carácter particular en cada uno de ellos; cada cual tiene, por decirlo así, un resorte que conviene conocer y saber manejar. Este resorte, es necesario descubrir cuál es en los demas, para acertar á conducirse bien con ellos; pero es mas necesario todavía descubrirle cada cual en mismo.

No, no todo lo demás, se me olvidaban los cuatro poneys, cuatro joyas, negros como tinta, con manchas blancas los cuatro en las cuatro patas; no tendríamos valor para separarnos de ellos. ¡Los atamos a un canasto y quedan preciosos! Bettina y yo los manejamos muy bien a los cuatro. ¿Puede una señora manejar, sin gran escándalo, por la mañana temprano, en el Bosque? Aquí se hace.

En poco tiempo se puso al corriente de todo y en aptitud de manejar el balandro tan guapamente: le quería como a las niñas de sus ojos.

Cuando me vió llegar sin la cesta me preguntó: «¿No me traes la comida?» «Mi madre me dijo que no tenía que mandarle; que si usted tenía algunos cuartos me los diera para comprar panLlevó la mano al bolsillo, pero no sacó nada de allí, y me dijo con una alegría que yo comprendí que era fingida: «No hay necesidad de ir por pan; no tengo hoy ganas de comer; conque á trabajar, amigo mío». Y se puso, en efecto, á manejar el hacha con nuevo afán.

No: sirves para algo, aún podrás servir para mucho si encuentras una mano hábil que te sepa manejar. La Nela, profundamente impresionada con estas palabras, que entendió por intuición, fijaba sus ojos en el rostro duro, expresivo e inteligente de Teodoro Golfín. Asombro y reconocimiento llenaban su alma.

Y, después añadió, tendremos que dar pasos activos para descubrir a este misterioso individuo que en lo porvenir deberá manejar su fortuna. Yo seré quien me encargue de las averiguaciones dije. Felizmente, hablo el italiano, y, por consiguiente, antes de comunicarle la muerte de Blair, iré a Florencia y me cercioraré de quién es este hombre.

A manejar la lengua hablada y escrita les enseñan, como único modo de vivir, en pueblos en que las artes delicadas que nacen del cultivo del idioma no tienen el número suficiente, no ya de consumidores, de apreciadores siquiera, que recompensen, con el precio justo de estos trabajos exquisitos, la labor intelectual de nuestros espíritus privilegiados.

Los empleados pueden, así, manejar todas las noches miles y miles de duros sin la menor emoción. Si tuvieran bolsillos, tendrían, con ellos, el sentido de la propiedad, y al pensar que todo aquel dinero era un dinero ajeno, sufrirían tormentos espantosos. Sin bolsillos, esto es, sin sentido de la propiedad, no se les ocurre nunca guardarse un duro de nadie.