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Sin embargo, Juan marchaba, marchaba siempre porque le estremecía, más que la muerte, la idea de infringir los mandatos de la autoridad, y turbar, aunque fuese momentáneamente, el orden de su país. Cada noche se iban reduciendo más sus ganancias.

Mas no habiéndose determinado por V. S. tiempo fijo, sino sólo prevenido que fuese con toda brevedad y que con título de piedad se disimulase alguna culpable omisión, hubo de pasar el P. Comisario Luis de Altamirano en persona á dichas Misiones, y puesto en ellas comenzó con imponderable empeño, celo y eficacia á actuar su comisión, con tan vivas ansias de que se ejecutase luego todo lo prevenido, que no perdonó diligencia alguna ni omitió instante en la actuación de sus prudentes órdenes y arbitrios á que estuvieron tan prontos los PP. Misioneros para obedecer sus mandatos, que en fuerzas de ellos aun los PP. más ancianos y enfermos se esforzaron para alentar á los indios, unas veces con ruegos y otras con amenazas, haciéndoles presente la obligación que tenían de obedecer á su soberano y cuán bien les estaría exponerse á las fatigas y aún perder sus bienes para acreditar su antigua lealtad.

Pero yo, que estaba más cerca que él de la fiera y mereciendo los honores de su mirada rencorosa como si a solo quisiera pedir cuentas de los horrores cometidos allí con su familia, sin hacer caso de consejos ni de mandatos, apunté por encima de Canelo, que defendía valerosamente la entrada y a riesgo de matarle, disparé un cañón de mi escopeta.

La camarera mayor de la Reina remitió a la abadesa de Santa Cruz la prohibición de conservar en su convento a Isabel de Arcos, y la orden de partir al instante con ella para Madrid. Ambos mandatos fueron obedecidos al pie de la letra. El mismo día, el duque de Carvajal recibía del ministro una orden en que se le mandaba presentarse en la corte para dar explicaciones de su conducta.

«Mi querido Pepe: Muy a despecho mío vine por aquí para no rebelarme contra los mandatos de mi señor padre; pero te declaro con franqueza que ahora me alegro en el alma de haber venido. Este lugar es lindísimo; los fértiles campos que le rodean hacen un paraíso de sus cercanías; y sus habitantes son amenos y regocijados. Yo aquí me divierto la mar.

Que cosa dicho navio haya traido á los gobernadores de estas provincias, acerca de este iniquísimo tratado, no se sabe; pero es cierto haberse entonces convenido por entrambas partes en la isla de Martin Garcia; aunque mucho antes estaba destinada para esto, y haberse allí acordado, que á 15 de Julio el ejército español hostilizase, sugetase y obligase á obedecer los mandatos al pueblo de San Nicolas, y el Portugues, al de San Angel.

Con estas cartas vino tambien poco despues otra semejante del P. Provincial de la Provincia, renovando los preceptos y mandatos.