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Actualizado: 19 de mayo de 2025
El cocinero está haciendo un pastel, y recortando en figura de flores los nabos y las zanahorias, y le devolvió a la lavandera el gorro, porque tenía una mancha que no se veía apenas, pero, «¡hoy, hoy, señora lavandera, el gorro ha de estar sin mancha!» Piedad no sabía, no sabía.
Díjoles que se llamaba de nombre propio don Quijote de la Mancha, y por el apelativo, el Caballero de los Leones.
''De parte del famoso caballero don Quijote de la Mancha, que desface los tuertos, y da de comer al que ha sed, y de beber al que ha hambre''. Todo eso está muy bien. Y ¿sabéis su casa, Sancho? ''Mi amo dice que han de ser unos reales palacios o unos soberbios alcázares''. Y ¿habéisla visto algún día por ventura?
Así es la Mancha. Al atravesarla no podía menos de acordarme de D. Quijote, cuya lectura estaba fresca en mi imaginación. Durante nuestras jornadas nos aburríamos bastante, menos cuando Santorcaz nos contaba algún extraordinario suceso de los que en lejanos países había presenciado.
Así lo espero respondí faltando a la verdad de lo que pensaba . Y diga usted añadí apuntando al mismo tiempo con el dedo hacia allá , ¿qué significa aquella mancha verde en que ya me había fijado yo antes que usted me la mencionara? ¡Oh! contestóme alzando los dos brazos a un tiempo , ¡eso es la gran riqueza del lugar, amigo!
Capítulo XX. De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso don Quijote de la Mancha
Julî se había cambiado mucho; había perdido su alegría, nadie la veía sonreir, hablaba apenas y hasta al parecer tenía miedo de verse la cara. Un día la vieron en el pueblo con una gran mancha de carbon en la frente, ella que solía ir bien arregladita y compuesta. Una vez preguntó á hermana Balî si los que se suicidaban se iban al infierno.
Sobre el mar sólo estaban él, la barca que se aproximaba y una curva negra que acababa de surgir y que se contraía espantosamente sobre una gran mancha de sangre. El atún había muerto... ¡Valiente cosa le importaba! ¡La vida de su hijo único, de su Antoñico, a cambio de la de aquella bestia! ¡Dios! ¿Era esto manera de ganarse el pan?
En la mesa grande, casi vacía, se alzaban solitarios los altos floreros, y a la luz escasa era lúgubre la mancha blanca del enorme mantel, semejante a un sudario. Sobre el mostrador, un quinqué de petróleo despedía en torno un círculo de claridad anaranjada, concreta, y el amo del establecimiento sirviéndole de pupitre la tableta de mármol , escribía guarismos en una gran agenda.
Los hombres que te he pintado están bien constituidos y pertenecen al término medio de la humanidad; su naturaleza, llamada feliz, es capaz de soportar un golpe y ¡vaya si se inquietan de tener aquí y allí alguna mancha que los desluce!
Palabra del Dia
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