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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Era muy avaro y sumamente excéntrico. Omitiendo las mil aseveraciones contradictorias que corrían por toda la Mancha acerca de su caballerosidad o de su avaricia, de su ingenio o de sus no comprendidas chifladuras, dejaremos que se nos muestre él mismo en la carta que escribió a Isidora, y que copiamos a la letra: «El Tomelloso, a 9 de febrero de 1873.
Lo mismo acontece en aquellas regiones de la tierra donde la meseta, atacada únicamente en un lado por las lluvias, sólo forma montañas por esta vertiente: tal es, en España, la meseta de la Mancha que se hunde hacia Andalucía por las escarpaduras de Sierra Morena.
Y quiero que sepa vuestra reverencia que yo soy un caballero de la Mancha, llamado don Quijote, y es mi oficio y ejercicio andar por el mundo enderezando tuertos y desfaciendo agravios.
Pero la estrella heráldica que lo llevó a morir entre el humo y el fragor de la metralla, le seguía como un lamento y como el grito de una madre: de ahí que ese hombre que pudo ser monte coronado de flores, viviera por mucho tiempo, errante y vagabundo, sin plantar su tienda, fija la mirada en la isla hermosa, donde no había justicia sin soborno, ni honor sin castigo, ni pan sin mancha.
Yo me fui a la Mancha con él, y mi hermanito se quedó aquí con una tía de mi madre. Pasado algún tiempo, mi tío el canónigo se olvidó de pagar la pensión. Es el mejor de los hombres; pero tiene unas rarezas...». Desde la mitad de esta relación, ya tenía Isidora que beberse las lágrimas entre palabra y palabra.
Segunda parte del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha Capítulo IX. Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron
Oyó Sancho la carta con mucha atención, y fue celebrada y tenida por discreta de los que la oyeron; y luego Sancho se levantó de la mesa, y, llamando al secretario, se encerró con él en su estancia, y, sin dilatarlo más, quiso responder luego a su señor don Quijote, y dijo al secretario que, sin añadir ni quitar cosa alguna, fuese escribiendo lo que él le dijese, y así lo hizo; y la carta de la respuesta fue del tenor siguiente: Carta de Sancho Panza a don Quijote de la Mancha
Capítulo XXII. Donde se da cuenta de la grande aventura de la cueva de Montesinos, que está en el corazón de la Mancha, a quien dio felice cima el valeroso don Quijote de la Mancha
Cuando mi madre, que es buena y me ama, encuentra en mí no sé qué levadura, no se qué germen de perversión, no sé qué mancha más negra del pecado original que en las demás criaturas, razón tendrá mi madre.
Un "rápido" pasó por la vía paralela disparando un silbato estridente; y la mancha momentánea de los coches osciló en la penumbra del paisaje rayándolo confusamente. Ahora era un paisaje sombrío, todas las cosas exaltaban sus formas como una fantasmagoría. Techos y árboles sobrenadaban en la indecisión de la llanura. Una lucecilla, muy lejos, se encendió temblando como insecto de oro.
Palabra del Dia
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