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Quizás media docena de veces. Cuando las recibí y las probé, vi que no me estaban bien. Pero pensé: «¡Si se las devuelvo al pobre Belarmino, creerá que es manía.» Y me las puse, para ensayar si se adaptaban al pie. Imposible. Pues no conforme con esto, y porque me disgustaba devolvértelas, ensayé otros días, no más de seis veces, hasta que, a pesar mío, me convencí que no me sirven.

Los cuidados que al chico prodigaba eran esmeradísimos; pero no tenía aquella buena señora las tonterías dengosas de algunas madres, que hacen de su cariño una manía insoportable para los que la presencian, y corruptora para las criaturas que son objeto de él. No trataba a su hijo con mimo. Su ternura sabía ser inteligente y revestirse a veces de severidad dulce.

Es la tercera declaración que nuestros actores no me parecen tan malos como asegura la gente, llevada de la manía, hoy muy en moda, de rebajar y hasta de denigrar todo lo nuestro, como si fuésemos la nación más desventurada y más decaída de la tierra.

Una tormenta espantosa estaba a punto de estallar; empero, todos los convidados a porfía probamos a aplacar aquellas disputas, hijas del deseo de dar a entender la mayor delicadeza, para lo cual no fue poca parte la manía de Braulio y la expresión concluyente que dirigió de nuevo a la concurrencia, acerca de la inutilidad de los cumplimientos, que así llama él a estar bien servido y al saber comer. ¿Hay nada más ridículo que estas gentes que quieren pasar por finas en medio de la más crasa ignorancia de los usos sociales? ¿Que para obsequiarle le obligan a usted a comer y beber por fuerza, y no le dejan medio de hacer su gusto? ¿Por qué habrá gentes que sólo quieren comer con alguna más limpieza los días de días?

Esta actitud de Leocadia, su exigencia, descaradamente manifestada, y aquel despego junto con el afán de salir, hicieron sospechar a Pepe que la manía devota fuese encubridora de próximos y mayores males.

Tenía una manía, sin embargo, una idea fija: el casamiento... Para , se entiende; porque él... ¡Gran Dios! decía; no espero sino que esta bendita agua se me meta en el corazón, y entonces... reviento.

Es muy importante tener en cuenta, particularmente en esta horrible enfermedad, el estado moral, que en el cobre es análogo al de la melancolía, deseo de la soledad, la antropofobia, el aislamiento hasta la alucinacion y la manía.

Sin embargo, de la manía de componer una obra poética de dicho género no han adolescido sólo los locos, sino también hombres de juicio, de reposo y de peso, entre los cuales, sin duda, descuella Goethe. Si la empresa no fuera imposible, nadie mejor que él, de un siglo a esta parte, hubiera podido realizarla en Europa.

¡Pícaro, qué bien me conoce usted! exclamó dándole un pellizco. Timoteo clavó en ella una mirada de besugo atónito. A usted no se le ha escapado el cariño con que siempre le he mirado. Es una debilidad, una manía; nunca he podido remediarlo. Mis hijas me tienen dicho un millón de veces: «¡Pero, mamá, no callas con Timoteo! ¿Y qué le voy a hacer, hijas mías?

Una pesadilla... amiga mía: me había dormido al amor del brasero, y... hacedme la merced de mandar que me traigan agua y vinagre... pero no os vayáis... no... será una manía añadió sonriendo penosamente , pero no quiero estar sola.