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Actualizado: 18 de junio de 2025
Sin embargo, contra lo que podía esperarse, esta expedición de tan pacífica apariencia, no debía terminar sin emociones ni peligros. El señor de Bevallan, en vez de ganar la ribera directamente frente á la pequeña ensenada en que estaba amarrada la barca, tuvo la malhadada idea de atravesar por un punto más vecino á la catarata.
Resonó en aquel momento a su espalda la voz de Jacobo, y apresuróse a esconder prontamente en el bolsillo de su falda la malhadada carta. Jacobo reunía a su grey, porque iban ya a dar las dos y media, y a poco que se detuvieran en la visita a Loyola podrían llegar a Zumárraga demasiado tarde.
Siento cierto remordimiento pensando en que quizá aquella malhadada croniquilla que escribí, relatando la conversación que tuvo conmigo, haya podido influir en la postergación de un hombre de los méritos agrícolas de Eleuterio. En el «buffet», Julia Elena, como esposa del presidente del Jockey, hace los honores de la casa, con la discreción, la finura y el buen gusto en ella habituales.
Debióse a una malhadada croniquilla mía en que relataba las inquietudes de mi amiga ante el hermético silencio que precedió a la composición del actual ministerio.
Pero ¿qué era...? ¿Tal vez que un amigo se había comprometido por sacarla del difícil paso y ella había puesto su malhadada firma...? ¡La muy tonta!, ¿por qué no se cortó la mano antes...? Es verdad que si se hubiera cortado la manecita, no habría tenido cena en la mil veces malhadada noche del 14.
Más quisiera oír los graznidos de todos los cuervos del coto, y los maullidos de todos los gatos del pueblo, que tu modo de destrozar la música seria. Te he dicho mil veces que cantes los cantos de la tierra. Eso, tal cual, se puede tolerar. Tu voz es flexible, y no te falta la gracia que ese género requiere. Pero tu malhadada manía de cantar a lo fino, no hay quien la resista.
Pero, ¿qué culpa tenían Susana y él si hubo o dejó de haber en la malhadada testamentaría del abuelo? ¡Renunciar a Susana! nunca, aunque en ello se empeñaran el cielo y la tierra juntos. Se amaban hacía tiempo, de lejos, porque las chicas no iban a bailes y no había medio de hablarse, y se decían muchas cosas con los ojos cuando se veían, que las cartitas traducían luego en períodos almibarados.
Desde aquella malhadada época, había observado con mórbido celo y minuciosidad, no sus acciones, porque éstas eran fáciles de arreglar, sino cada emoción por leve que fuera, y hasta cada pensamiento.
Aquellas señoras tardaban mucho más de lo que había contado. Dejó el libro, se levantó, y como no había nadie en la sala, se puso a dar vivos paseos sin perder de vista el pestillo, cuyo movimiento esperaba. Al cabo de media hora sonó por fin la malhadada cerradura; pero aún en la puerta se estuvieron las señoras largo rato despidiéndose.
Dábale una fuerte congoja sólo de pensar que la descubría; y era indispensable reponer en su sitio la malhadada cantidad, seis mil reales, pues había tomado cinco mil para Milagros y mil para desempeñar los candelabros y otras menudencias. La necesidad de esta devolución se impuso de tal modo a su espíritu, que ya no pensaba en otra cosa.
Palabra del Dia
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