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Actualizado: 9 de julio de 2025


No queremos renegar decían, de maese L'Ambert: ciertamente que nos honra, aun cuando nos compromete un poco; pero cada uno de nosotros hubiera procedido con el mismo valor, y quién sabe si con menos torpeza. Un funcionario público no debe dar estos escándalos. No se debiera ir nunca al terreno del honor más que por causas confesables.

¡Ah, maese Marner! tendréis suerte si le da temprano un ligero sarampión, o si no; en verdad que pocos hombres solteros hubieran adoptado una criatura como ésta; pero supongo que el tejer os hace más diestro que a los hombres que trabajan en el campo. Sois casi tan hábil como una mujer, porque el tejer viene después del hilar.

Los años sólo habían agregado un hecho importante, a saber: que maese Marner había juntado en algunas partes una bonita suma de dinero, y que si quisiera podría comprar los bienes de los que se daban más importancia que él.

Encargó don Quijote al bachiller la tuviese secreta, especialmente al cura y a maese Nicolás, y a su sobrina y al ama, porque no estorbasen su honrada y valerosa determinación. Todo lo prometió Carrasco.

-Si el patio es espeso y del demonio -dijo Sancho-, sin duda debe de ser muy sucio patio; pero, ¿de qué provecho le es al tal maese Pedro tener esos patios?

Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura: -Parece cosa de misterio ésta; porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen déste; y así, me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos, sin escusa alguna, condenar al fuego.

Desta manera fue poniendo precio a otras muchas destrozadas figuras, que después los moderaron los dos jueces árbitros, con satisfación de las partes, que llegaron a cuarenta reales y tres cuartillos; y, además desto, que luego lo desembolsó Sancho, pidió maese Pedro dos reales por el trabajo de tomar el mono.

No se le creía absolutamente cuando afirmaba que no conocía hechizos, y que no podía hacer curas, y toda persona, hombre o mujer, que tenía un ataque o le ocurría un accidente después de haberse dirigido a él, atribuía aquella desgracia a las miradas irritadas de maese Marner.

Bueno, veamos, maese Marner, qué es lo que tenéis que decir... decís que os han robado. Explicaos claramente. ¡Haría bien en no volver a decir que soy yo quien lo ha robado! exclamó Jacobo Rodney con energía . ¿Qué habría hecho con su dinero? También hubiera podido robar la sobrepelliz del pastor y ponerla encima.

En esto, les dio voces maese Nicolás que esperasen un poco, que querían detenerse a beber en una fontecilla que allí estaba. Detúvose don Quijote, con no poco gusto de Sancho, que ya estaba cansado de mentir tanto y temía no le cogiese su amo a palabras; porque, puesto que él sabía que Dulcinea era una labradora del Toboso, no la había visto en toda su vida.

Palabra del Dia

chapuzones

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