Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de mayo de 2025


Por eso las llevas descubiertas, coquetona. Muchas de las máscaras echaron a correr, chillando, asombradas de este reconocimiento y ofendidas por la alusión a sus manos enguantadas. Un grupo de mozos bajaba la cuesta, y ellas, con el deseo de ser perseguidas, corrieron a su encuentro. Maltrana quedó casi solo, junto al bebé.

Todos los encamisados era gente medrosa y sin armas, y así, con facilidad, en un momento dejaron la refriega y comenzaron a correr por aquel campo con las hachas encendidas, que no parecían sino a los de las máscaras que en noche de regocijo y fiesta corren.

Sonaron cerca de ellos los gritos de las máscaras. El alegre grupo volvía de la cañada perseguido por los mozos. La audacia que había hecho hablar a la joven con la careta puesta la abandonó de pronto. Desvaneciose su atrevimiento, producto de unos sorbos de vino y del amparo del antifaz.

Después de un modesto reconocimiento del billete y del sello y la rúbrica y la contraseña, entramos en una salita que no tenía más defecto que estar las paredes demasiado cerca unas de otras; pero ello es más preciso tener máscaras que salas donde colocarlas.

La multitud, con esa impresionabilidad fácil de los pueblos meridionales, contemplaba absorta el paso de los encapuchados, a los que llamaba «nazarenos», máscaras misteriosas que eran tal vez grandes señores, llevados por la devoción tradicional a figurar en este desfile nocturno que acababa luego de salido el sol. Era una cofradía de silencio.

Era el gitano en persona rodeado de su tripulación de negros, cuyas repugnantes figuras semejaban máscaras de bronce enrojecidas al fuego...

Un día, o mejor dicho, una noche, fue a un baile de máscaras a esta sala de la Opera, en la que jamás entraba sin que le latiera el corazón, como si quisiera reventársele en el pecho. La puerta del palco estaba abierta, y en él, envuelta en un elegante dominó, veíase a una mujer; estaba sola, y parecía abismada en profundas reflexiones.

Cuando volvió de la calle don Víctor muy contento, cantando trozos de zarzuela, propuso a su mujer, de repente, acceder a la súplica de la Marquesa que los había convidado a tomar café, después de almorzar, para ir juntos a paseo... a ver las máscaras. ¡Quintanar, por Dios!

Una careta vieja de cartón o un trapo con agujeros para los ojos era lo único que distinguía a las máscaras en aquel mundo donde todos parecían igualmente disfrazados. En medio de las callejuelas, junto a las puertas y en el interior de los corrales, veíanse montones de papelillos de color mezclados con la basura.

Allí me recosté, púseme la careta para poder dormir sin excitar la envidia de nadie, y columpiándose mi imaginación entre mil ideas opuestas, hijas de la confusión de sensaciones encontradas de un baile de máscaras, me dormí, mas no tan tranquilamente como lo hubiera yo deseado.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando