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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Pero ¿cómo defender un lugar tan mal guarnecido contra un ejército tan formidable como el del rey de Granada, que le combatia con mas de cien mil lanceros, ballesteros y honderos, multitud de picos y azadones y toda clase de máquinas de guerra?

El piso entarimado temblaba con la trepidación del vapor, cuyos resoplidos se escuchaban cercanos; y de otros talleres, debilitado por el vocerío y la distancia, venía rumor de herrajes golpeados y zumbido de máquinas mezclado a cantos de mujeres.

Con una roca en cada mano, levantó la cabeza, mirando en torno de él inquietamente. Desde el principio de su fuga le preocupaban más los ruidos del aire que las agresiones de los enemigos que marchaban sobre la tierra. Una flotilla de máquinas voladoras representaba para él un peligro temible.

Se representaron varias historias del antiguo y del nuevo Testamento, la pasión de Jesucristo y otras muchas, el Paraíso y el Infierno, todo dispuesto con admirable artificio, con innumerables máquinas de papel construídas con tanto arte, que se engañaban los espectadores, y las tomaban por verdaderas bombardas. El Paraíso y los ángeles, que en él había, peleaban contra el Infierno.

Y lo mismo los que se aprovechaban de los inventos del genio humano, máquinas, etc., para beneficio de una pequeña minoría explotadora, sujetando al resto de los hombres a la ley del hambre. No; todo era de todos. La tierra pertenecía a los humanos, sin excepción, como el sol y como el aire. Sus productos debían repartirse entre todos, con arreglo a sus necesidades.

Su corazón se oprimió con el presentimiento de que todo este aparato bélico era á causa de alguna otra inconveniencia cometida por el gigante. Sobre la cumbre de la colina flotaban varias máquinas voladoras. Otras iban aproximándose á toda fuerza de sus motores, viniendo de distintos puntos del horizonte.

Podían apreciar ahora la grandeza del Hombre-Montaña mejor que cuando le veían tendido en el suelo. Los tripulantes de las máquinas voladoras se unieron á esta ovación haciendo evolucionar sus quiméricas bestias en torno del rostro de Gillespie.

El amor es el maestro, la pena es el domesticador, y el tiempo es el médico del corazón humano. Mientras las máquinas se movían, el viento rugía y el agitado mar se sacudía violentamente, yo me paseaba de arriba abajo, cavilando, confundido en la carta de juego que llevaba en mi bolsillo, y reflexionando en todo lo que había sucedido.

Esto resultaría interminable y haría durar su viaje varios días. Además, es indigno de nuestro progreso, á pesar de que usted nos cree bárbaros porque hemos querido olvidar la existencia de la pólvora. En tres horas llegaremos á la capital. Usted podrá marchar á grandes pasos, sin salirse del camino, y le escoltarán á gran velocidad nuestras máquinas terrestres y voladoras.

Durante tres días, la historia aquella del huevo crudo, la mujer seducida y la familia de insensatos que se amansaban con orgías, quedó completamente olvidada o perdida en un laberinto de máquinas ruidosas y ahumadas, o en el triquitraque de los telares.

Palabra del Dia

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