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Actualizado: 21 de mayo de 2025
¡Quién diría que estamos en un buque! exclamó . Usted, Fernando, que es poeta, u otro escritor profesional, si hubieran de describir esta parte del Goethe, ¡qué cosas tan hermosas dirían... y tan falsas! De seguro que el lugar donde estamos sería el templo del fuego y las máquinas los altares.
El mismo confiesa con notable modestia, que el éxito de su empresa fué debido únicamente al modo admirable con que habían sido preparados los dos barcos que llevaba, el Erebus y el Terror, con máquinas de gran potencia, sierras para cortar el hielo, proa á propósito, lintel de hierro, que les permitió navegar á través de la costa rechinante, encontrando al otro lado un mar libre, lleno de focas, aves y ballenas.
Y el Esclavo-Montaña pues al separarse Flimnap de él había dejado de ser gentleman se sumió otra vez en su resignación servil. Durante la noche tampoco podía pensar en fugarse. Las máquinas aéreas enviaban de vez en cuando la luz de sus faros sobre el cuerpo de Gillespie, interrumpiendo su sueño. Además, los hombres que preparaban su comida dormían en torno de él.
Sin saber por qué, se calla uno, y se siente como más fuerte, en el taller de las calderas. Y después, es como un paseo por una calle de máquinas. Todas se están moviendo a la vez.
Desnoyers vió en estos rectángulos llenos de tizones, sillas, camas, máquinas de coser, cocinas de hierro, todos los muebles del bienestar campesino, que se consumían ó retorcían. Creyó distinguir igualmente un brazo emergiendo de los escombros y que empezaba á arder como un cirio. No; no era posible... Un hedor de grasa caliente se unía á la respiración de hollín de maderas y cascotes.
Precisamente el trabajo de maquiavelismo más refinado del Arcediano consistía en mantener en la apariencia buenas relaciones con «el déspota», pasar como partidario suyo y minarle el terreno, prepararle una caída que ni la de don Rodrigo Calderón. Vastísimos eran los planes de Glocester, llenos de vueltas y revueltas, emboscadas y laberintos, trampas y petardos y hasta máquinas infernales.
Su enorme estatura y su vigor le permitirán colocar grandes rocas en los fondos submarinos más aprisa que lo hacen nuestros buzos y nuestras máquinas.
Por un corredor que hace pensar en cosas grandes, se va a la escalera que lleva al balcón del monumento: se alzan los ojos: y se ve, llena de luz de sol, una sala de hierro en que podrían moverse a la vez dos mil caballos, en que podrían dormir treinta mil hombres. ¡Y toda está cubierta de máquinas, que dan vueltas, que aplastan, que silban, que echan luz, que atraviesan el aire calladas, que corren temblando por debajo de la tierra!
Los tres últimos, los más profundos, están cerrados. Son las bodegas de transporte, donde se amontonan fardos voluminosos, pedazos de maquinaria metidos en cajones que bajan las grúas por las escotillas y se alinean como los libros de una biblioteca. Todas estas mercaderías ocupan dos secciones del buque a proa y a popa, y en medio se halla el departamento de máquinas.
Hiciéronse especialmente más comunes las máquinas para volar y para figurar nubes, sobre todo en los dramas religiosos, para figurar que descienden del cielo apariciones, santos, la Virgen María, el Niño Jesús, etc. Abríanse agujeros en el suelo de la escena, llamados escotillones, que servían para desaparecer por ellos los personajes, y para que ascendiesen los espíritus infernales.
Palabra del Dia
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