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Actualizado: 1 de junio de 2025
Ella rezaba por el señor de Martimprey a fin de que el santo favoreciese el matrimonio de su hija. Yo suplicaba a San Antonio en favor del señor Baltet. Pero sin precisar. He perdido unas llaves que me hacen mucha falta y vengo a encomendar mi causa a San Antonio me dijo la de Aimont al oído. Yo he extraviado un pañuelo de valor respondí con la misma sinceridad, y espero que San Antonio...
Nuestro joven oficial no tuvo, pues, que torcer llaves ni descorrer cerrojos para penetrar en el interior del templo.
Nunca abandona las llaves de la despensa, de las alacenas, arcas y armarios.
Creo que ha muerto hace media hora dijo el campanero . Cuando he subido a mi casa por las llaves, salía un médico del palacio, y así se lo decía a un canónigo.... Pero sentémonos. Tomaron todos asiento, con la gorra calada, en los peldaños de la verja del altar mayor. Mariano dejó en el suelo el manojo de las llaves, un racimo de hierro como una maza.
En un instante y andando con toda la prisa que permitía la oscuridad de la casa, bajamos, abrimos las puertas y nos encontramos en la calle. ¡Ay! exclamó al ver cerrar por fuera la puerta . En mi atolondramiento se me olvidaba, al querer salir, que no tenía llaves para abrir la puerta. Pero ¿a dónde vas tú, a dónde vamos? Corramos dijo aferrándose a mi brazo. ¿A dónde? A la casa de lord Gray.
Al cabo de un buen rato me pidió Mari Pepa muchas cosas que, a su juicio, iban a ser necesarias allí muy pronto. Yo, delegando en ella y en su hija cuantas atribuciones tenía en la casa, las entregué las pocas llaves que guardaba, y mandé a Facia que se pusiera a sus órdenes con las restantes.
En fin, el guarda de la aduana, con sus aires de persona importante ó cancerbero del puerto, arroja sobre el recien venido una mirada escrutadora ó de proteccion, como para hacer comprender que tiene en sus manos las llaves de las puertas.
Mario no fumó otra vez en dos días. En su semblante no se traslució, sin embargo, ningún malestar. Su esposa le miraba con el rabillo del ojo haciendo esfuerzos por reprimir las lágrimas. Pero al pasar por delante del cuarto de su padre vio las llaves puestas en el cajón de la cómoda.
Al tener a cada uno en su puesto, lo palpaba minuciosamente, extrayendo de sus ropas la cartera, el monedero, las llaves, los papeles, todo lo que pudiera ser un obstáculo para la bala mortal.
A las nueve de la noche, el viento por el sud-oeste levantó grande marejada: corrido con la mayor y el trinquete al sud-este; poco despues se quedaron con el trinquete solo, y parando el temporal, corrieron á palo seco la vuelta del nord-este, habiendo cerrado los escotillones, y asegurado con varias trincas y llaves el navio, corriendo así toda la noche que fué muy trabajosa.
Palabra del Dia
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