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Actualizado: 17 de octubre de 2025
Es increíble el número de imprentas y librerías que hay en esa ciudad, al servicio de todas las lenguas, de todos los espíritus, de todas las formas literarias, de todos los partidos, de todas las manifestaciones de la vida intelectual de Europa.
Pero ¡caso extraño y raro! la teoría del célebre crítico alemán, tan brillante y de claridad tan avasalladora, no tuvo en España el influjo y la resonancia que debiera. La noble nación española, después de una lucha gloriosa, sacudió el yugo político que se proponía imponerle el estado vecino; no así su esclavitud á las leyes literarias, que había recibido antes del mismo.
Hermoso es que las obras literarias vivan, que el gusto de leerlas, la estimación de sus cualidades, y aun las controversias ocasionadas por su asunto, no se concreten a los días más o menos largos de su aparición.
No es extraño, pues, que en el prólogo que precede á la colección de sus obras, diga que pronto comprendió que, para desarraigar todas las faltas literarias, muy antiguas ya en nuestro teatro, que le habían impreso ese sello grosero, extravagante y de mal gusto que le distinguía, no era bastante eficaz la sola crítica, sino que se necesitaba presentar ejemplos prácticos y repetidos, y escribir comedias con sujeción á las reglas del arte; que no convenía contemporizar con las licencias de Lope ni con los argumentos complicados de Calderón, puesto que ambos habían tenido gran número de imitadores, á quienes se debió que el drama español, por espacio de dos siglos, se empeorase y corrompiese más y más, y, por último, que ningún hombre ilustrado y sensato debía autorizar nuevamente esos errores, porque el mal existente no había de paliarse, sino extirparse por completo.
Hay verdades matemáticas, verdades físicas, verdades ideológicas, verdades metafísicas; las hay morales, religiosas, políticas; las hay literarias é históricas; las hay de razon pura, y otras en que se mezclan por necesidad la imaginacion y el sentimiento; las hay meramente especulativas, y las hay que por necesidad se refieren á la práctica; las hay que solo se conocen por raciocinio, las hay que se ven por intuicion, y las hay de que solo nos informamos por la experiencia; en fin, son tan variadas las clases en que podrian distribuirse, que fuera difícil reducirlas á guarismo.
El sanguinario tigre de las selvas capilares, la bestia carnívora saltadora en las cumbres y hondonadas de los pliegues de la ropa, había figurado durante siglos como personaje interesante en muchas obras literarias.
EL público que ha sentido la emoción de la poesía, que ha reído con las comedias y que ha seguido febril por el interés los episodios de un héroe de novela, tiene, sin duda, una gran curiosidad por saber cómo han sido escritas las obras literarias de su predilección.
Los españoles no tuvieron ocasión de conocer otras composiciones literarias coetáneas extranjeras más que las ya citadas. El primer obstáculo, que salta á los ojos, es su ignorancia de los idiomas extraños. El castellano, como el francés moderno, era la única lengua que servía entonces á los diferentes pueblos de casi toda Europa para comunicarse entre sí.
Son unos epigramas alusivos a cuestiones literarias y científicas de entonces, que sospechamos no perderían su frialdad aunque se conociesen hasta los ápices de las circunstancias y razones que movieron a Goethe a escribirlos.
Y el que está algo al cabo de las letras en Colombia, aunque resida en Buenos Aires, conoce su numerosísima prensa, sus periódicos, sus revistas, sus escuelas literarias; la lucha entre conservadores y liberales, entre los grupos respectivamente encabezados por el Repertorio Colombiano y La Patria.
Palabra del Dia
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