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Actualizado: 17 de octubre de 2025


Tras los cesares grandes, fatales para España, venían los chicos: el fanático Felipe III, que daba el golpe de misericordia expulsando a los moriscos; Felipe IV, un degenerado con aficiones literarias, que escribía versos y cortejaba monjas, y el miserable Carlos II. Nunca ha habido en España tanta religiosidad, don Antolín decía Luna . La Iglesia era dueña de todo.

Montevideo ha presenciado durante tres años consecutivos las justas literarias del 25 de mayo, día en que veintenas de poetas, inspirados por la pasión de la patria, se han disputado un laurel. ¿Por qué la poesía ha abandonado a Rosas? ¿Por qué ni rapsodias produce hoy el suelo de Buenos Aires, en otro tiempo tan fecundo en cantares y rimas?

Ni en la rapidez de la composición quiso Cervantes dejarse superar por el celebérrimo maestro del drama español, careciendo del don de improvisar de aquél y de su facilidad en producir, como jugando, perenne é inagotable corriente de invenciones, y hasta de obras literarias de primer orden.

Además, era para Momaren la más alta de las consagraciones literarias tener á Golbasto como lector de sus obras. Después da esto se sentía pronto á darle la Universidad entera si se la pedía.

En efecto, todas las diatribas de los sabios y de los poetas apóstatas, que seguían sus máximas literarias, no fueron parte bastante para desterrar del teatro las comedias nacionales. Muchas de Calderón, de Moreto, de Rojas y de otros favoritos antiguos de los españoles, continuaron gozando siempre del aplauso popular.

Á esta observación hay que añadir otra acerca del carácter moral de estas producciones literarias. Lo mismo desconoce Tirso los escrúpulos poéticos que los morales.

La intención puede ser distinta y hasta opuesta á la tendencia. El público suele ser caprichoso y suele interpretar las obras literarias, en lo tocante á la tendencia, de una manera imprevista para el autor y aun para los críticos más agudos. Una misma persona, según la edad que tiene y la instrucción que posee, al leer un cuento ó al ver un drama, puede y suele juzgarlo de muy distinta manera.

Y si entrar quisiésemos en minuciosas cuentas, hallaríamos que no es tan exacto que los caudillos de ahora sean en mucho mayor número que los de tiempos anteriores. Formando un cuadro de clasificaciones científicas y literarias encontraríamos fácilmente que en cada género son muy pocos los que llevan la bandera, y que sobre sus pasos se precipita la multitud ahora como siempre.

Yo creo próximo el nacimiento de muchas novelas cinematográficas que serán al mismo tiempo grandes obras literarias. Pero estas novelas resultan de más difícil producción que una novela en forma de libro, ya que en ellas no es posible lo que en la jerigonza literaria llamamos el «relleno».

He aquí que el autor ha dado su última mano a lo que sea; ya lo ha cercenado la censura decentemente; ya la empresa se ha convencido de que se puede representar y de que acaso es cosa buena. Se nos ha dicho que es de un autor muy conocido ya ventajosamente por obras literarias de un mérito incontestable. Deben desempeñar los principales papeles nuestra célebre señora Rodríguez y el señor Latorre.

Palabra del Dia

reclinándose

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