Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de junio de 2025


¿Qué quieres decir? profirió él mirándola a su vez a la cara . ¿Te está pesando de haberte casado conmigo, verdad...? ¡, ... no lo niegues...! Lo estoy leyendo en tus ojos. No, no me pesa el haberme casado contigo, pero el que me des a entender que no puedo hacerte feliz. Hubo algunos instantes de silencio.

Leyendo los versos no es posible formarse idea del efecto que produjeron dichos por él, con su voz cálida y envolvente, patético sin esfuerzo y con matices de infinita ternura o de varonil altivez. ¡Cómo tenía atentas y palpitantes a todas las mujeres! ¡Y cuánta era mi irritación al ver a Luciana suspendida de sus labios!

Un día quiso sorprender a la Academia Francesa, en la cual entró en 1774, leyendo unos versos de carácter virgiliano. El buen abate deseaba mantener el secreto de esta lectura hasta el momento de realizarla; pero le costaba mucho contenerse.

Pobre abuela... Siente mi pena a pesar de la calma aparente que ha logrado conquistar. Está triste y pálida y me mira con inquietud... En pocos días ha envejecido muchos años... Y pensar que hubiera querido tanto hacerla dichosa... 16 de abril. He pasado una parte del día leyendo este voluminoso diario, relato de mis deseos y de mis ilusiones y testigo de mi decepción.

Podía hallarse ya en su casa muy cómodo, haber comido, haber tomado el te calentito y estar tendido en el canapé, leyendo el periódico y sin la menor inquietud.

Los que leyendo á Aristóteles en mismo, vean el artificio con que en su Física usa de la Lógica, no lo aprobarán todo; pero tampoco reprobarán, como suele hacerse con poco conocimiento, la admirable perspicacia de este Filósofo en las cosas físicas.

Soy por esso de opinion, sea lo que aveis de componer, de algun varon señalado en virtud. Podreis escojerle á vuestro gusto, leyendo el catalogo de los Santos, cuyas vidas escrivieron varios autores.

Cuando necesitaba ayuda se la pedía á algún vecino que por corto estipendio, y á veces sin él, se la prestaba. Por eso la sala en que ahora estaba leyendo dejaba mucho que desear en cuanto al aseo. Los muebles antiquísimos y polvorientos, el suelo desigual y polvoriento, los libros rugosos y polvorientos también.

Aunque muy sagaz, su lascivia le cegaba hasta el punto de no comprender que la Amparo era más interesada y astuta de lo que él se figuraba. Cuando llegó al hotelito de mazapán, serían las tres de la tarde. Amparo estaba conferenciando gravemente con la modista; de modo que se vió obligado a esperar un rato leyendo los periódicos.

Aunque muy sobrecogida, me disculpé bastante bien; y ya se había tragado el embuste que urdí en el aire, de un paseo muy largo después de haber estado leyendo muchísimo tiempo en la Glorieta, donde él me dejó, cuando, hijo, mirándome y remirándome, se empeña en que el vestido que yo tenía puesto era distinto, ¡ya la creo! del que llevaba por la mañana... Tan cogida me vi entonces, que estuve canto o no canto; pero dominándome un poco, probé a negar, y negué, con la mayor desvergüenza, que hubiera cambiado de vestido en toda la mañana.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando