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Actualizado: 23 de mayo de 2025
La vida de aquel déspota no podía ser más sencilla. Levantábase invariablemente a las nueve de la mañana, y después de desayunarse terminaba la lectura de La
Con la emoción y el anhelo de quien pone mano en una obra sacratísima, dio comienzo el nuevo presbítero a sus tareas. Levantábase al amanecer y se dirigía a la iglesia, donde entraba el primero, antes que el sacristán. Sentábase en el confesonario y allí permanecía escuchando a los que se acercaban al sagrado tribunal hasta las ocho, hora en que decía su misa.
Vivía solo este joven, en el piso bajo de la casa, cuyo principal ocupaban sus padres. Levantábase tarde, almorzaba con su familia, y después de la una rara vez le volvían a ver sus padres hasta el día siguiente.
Dentro de la linterna centelleante y cálida, nada más que el constante chisporroteo de la llama, el ruido del aceite cayendo gota a gota, y el de la cadena que va desenrollándose, y una voz monótona, que salmodia la vida de Demetrio de Falerea. Mediada la noche, levantábase el torrero, examinaba por última vez sus mechas, y bajábamos.
Se hartaban de carne en los días de abstinencia, después de haber comido en la mesa pescado y legumbres; salían de paseo, a visitas y a compras, a las horas en que don Aquiles estaba fuera, exponiéndose a ser pilladas infraganti... Pero las tretas de Pablo eran las que ofrecían más peligro: después de la ronda nocturna y de haber fingido estar entregado al más profundo sueño, levantábase con precaución, vestíase con prisa y saltando por la ventana al patio, escabullíase a la calle, para no volver hasta el alba.
El mar levantábase debajo de la nube en forma de canastillo, y este redondel acuático coronado de espumas cambiaba de sitio así como el cono nebuloso iba corriéndose por el cielo. Se deshizo al fin la tromba, restableciéndose la uniforme tersura del horizonte. Los pasajeros, terminado el espectáculo, volvieron a formar corros en la cubierta o se ocultaron en el fumadero y el jardín de invierno.
Levantábase á las tres, cargaba con los cestones de verduras cogidas por Tòni al cerrar la noche anterior entre reniegos y votos contra una pícara vida en la que tanto hay que trabajar, y á tientas por los senderos, guiándose en la obscuridad como buena hija de la huerta, marchaba á Valencia, mientras su marido, aquel buen mozo que tan caro le costaba, seguía roncando dentro del caliente estudi, bien arrebujado en las mantas del camón matrimonial.
Levantábase Melchor al amanecer, y después de arropar cuidadosamente a la señora, rogándola que no abandonase la cama antes de las nueve, bajaba a la tienda para vigilar a los dependientes en las primeras ocupaciones del día.
Dormitaba él un poco, y después, asombrado del silencio y largo sopor de Lucía, levantábase, receloso de que la hubiese sobrecogido un síncope. Iba a ella, inclinándose, y otra vez tornaba a su rincón, habiendo percibido el ritmo acompasado del pacífico respirar de la niña. Difusa y pálida claridad comenzaba a tenderse sobre el paisaje.
Levantábase mal arropado, tosiendo y tembloroso, a abrir la puerta, pues era preciso dejar, dormir a las criadas, para que al día siguiente el cansancio no las entorpeciera en sus trabajos.
Palabra del Dia
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