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Actualizado: 9 de junio de 2025


Siguieron los ejercicios corporales; el ruido del agua, la luz de los relámpagos, los truenos lejanos, la obscuridad ambiente, los vapores de la comida, la estrechez del corredor, todo los animaba, los arrojaba a la alegría aldeana, a los juegos brutales de la lascivia subrepticia, moderados en ellos por instintos de la educación.

Viendo el fervorosísimo operario un nuevo campo en que sembrar la palabra Evangélica para recoger no menos almas para el cielo que merecimientos para mismo, deseaba poner cuanto antes manos á la obra; no obstante, considerando sabiamente que era necesario asistir también á tantos Catecúmenos como había en el pueblo de San Francisco Xavier, y que era mejor tener pocos y bien doctrinados que muchos é ignorantes, que aunque se ganan fácilmente, con la misma facilidad también se pierden, se resolvió á gastar la mayor parte de aquel año en este ejercicio, usando de todas las industrias de su caridad y de su celo en desarraigar de los Xavieristas la barbarie, la lascivia, la embriaguez y cuantos males trae consigo la vida brutal, é imprimir en ellos las virtudes y buenas costumbres que se requieren para vivir como cristianos.

La generalización filosófica ó teológica sólo está en el epígrafe. Pues qué, ¿no es más que la carne lo que enamora á usted en su innominada querida? Nunca ni el más materialista de los poetas gentiles, sustrajo tanto del amor los elementos no materiales, que le idealizan y hermosean, y le redujo al mero concepto de la lascivia, como si fuera amor de perros ó de gatos.

Muchos santos padres lo han dicho: «La ira es peor aún que la lascivia en los sacerdotes». La ira de los sacerdotes ha hecho verter muchas lágrimas y ha causado males horribles.

La hermosa mujer, con su anhelante movimiento, antojósele a Ramiro una figura de lascivia.

Y una noche, reparando al cenar que Paula era mal formada, angulosa, sintió una lascivia de salvaje, irresistible, ciega, excitada por aquellos ángulos de carne y hueso, por aquellas caderas desairadas, por aquellas piernas largas, fuertes, que debían de ser como las de un hombre.

De aquí la ambición, la codicia y la lascivia, red que Satanás nos tiende, cebo con que nos atrae y anzuelo con que nos pesca y nos lleva consigo para devorarnos. La incredulidad y la herejía nacen de la molicie y del lujo, y por la ambición y la codicia, cunden, se propagan y lo inficionan todo. El padre ilustró su doctrina con citas históricas.

Pero, una presencia misteriosa dentro de su alma sofocó al nacer ese primer movimiento de ternura, haciéndole considerar que aquel humo sombrío de la hornaza era su abominable pecado, su lascivia, su deshonra, levantándose en partículas muertas para desvanecerse, para desaparecer del todo y por siempre en la inmensidad y en los vientos.

El ruido, las luces, la algazara, la comida excitante, el vino, el café... el ambiente, todo contribuía a embotar la voluntad, a despertar la pereza y los instintos de voluptuosidad.... Ana se creía próxima a una asfixia moral.... Encontraba a su pesar una delicia intensa en todos aquellos vulgares placeres, en aquella seducción de una cena en un baile, que para los demás era ya goce gastado.... Sentía ella más que todos juntos los efectos de aquella atmósfera envenenada de lascivia romántica y señoril, y ella era la que tenía allí que luchar contra la tentación.

Aunque muy sagaz, su lascivia le cegaba hasta el punto de no comprender que la Amparo era más interesada y astuta de lo que él se figuraba. Cuando llegó al hotelito de mazapán, serían las tres de la tarde. Amparo estaba conferenciando gravemente con la modista; de modo que se vió obligado a esperar un rato leyendo los periódicos.

Palabra del Dia

rigoleto

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