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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Añade a todo esto que, al largarse de España don Amadeo, triunfaba yo de las esquiveces de una princesa polaca que había conocido en París, ¡obra magistral de la naturaleza... y del arte! Tuve que volver con ella a la gran capital, al «cerebro de Europa». Allí, tres meses de invernada.
25 Y sentao junto al jogón a esperar que venga el día, al cimarrón le prendía hasta ponerse rechoncho, mientras su china dormía tapadita con su poncho. 26 Y apenas la madrugada empezaba coloriar, los pájaros a cantar, y las gallinas a apiarse, era cosa de largarse cada cual a trabajar.
Si se ha de perder, lo mismo sucederá dándole poco que mucho. Con tres o cuatro mil pesetillas se vuelve loca. No serían muchos los hombres que hicieran esto en igual caso, sobre todo pudiendo largarse impunemente sin chistar. Por otra parte, según yo escriba la carta de despedida, así será la impresión que ella reciba.
Los jóvenes bogotanos comparan un mosaico a un concierto clásico a puerta cerrada... y son capaces de montar a caballo y largarse a la hacienda al menor anuncio de un festival semejante. Pero ya he dicho que los jóvenes allí son unos escépticos empedernidos, que no creen en nada, ni aun en las dulzuras de la rima con te.
424 Es triste dejar sus pagos y largarse a tierra ajena llevándose la alma llena de tormentos y dolores; mas nos llevan los rigores como el pampero a la arena. 425 Irse a cruzar el desierto lo mesmo que un forajido, dejando aquí en el olvido, como dejamos nosotros, su mujer en brazos de otro y sus hijitos perdidos.
Unos pasos más allá, don Jacobo alcanzó a unos niños que, con las piernas desnudas, removían las aguas de la corriente bajo los sauces, y se familiarizó de tal modo con ellos, gracias a su charla peculiar, que fueron bastante atrevidos para subírsele por las piernas del caballo hasta la silla, y tuvo al fin que afectar una cara exageradamente feroz y largarse dejando tras de sí algunas monedas cuando quiso librarse de ellos.
A trangullones despachó la comida, apresurándose a largarse a la calle. Tal era su miedo de que la señora le viese, que bajó la escalera a escape, y se le erizaba el cabello pensando en que si Guillermina subía cuando él bajaba, no tendría dónde meterse para evitar su encuentro.
Palabra del Dia
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