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Actualizado: 25 de junio de 2025
Luego, Ferragut, que no podía vivir inactivo, volvió al mar, pero como primer oficial de un trasatlántico que hacía viajes regulares á la América del Sur. Para él, equivalía esto á ser empleado en una oficina flotante, visitando los mismos puertos, repitiendo invariablemente iguales trabajos. Su madre se mostraba satisfecha al verle con uniforme.
Tan abstraída estaba la dama, considerando los peligros de aquel día, que no tuvo espíritu más que para contemplar el organdí y la felpilla durante breves minutos, y lo guardó todo precipitadamente en una de las cómodas... A las once recibiría lo que esperaba de Pez. Sobre las diez y media iba Bringas invariablemente a su oficina.
Salía invariablemente por la calle de Atocha, aunque a la salida tuviera que visitar a su hija, habitante en la calle de la Cruz.
¡Don Melchor!... ¿cómo le va?... Y no pasó por el lado de alguna persona sin provocar exclamaciones análogas a las que invariablemente respondía dando la mano y con frases amables. ¡Qué popularidad tienes aquí! le dijo Lorenzo. ¿Y dónde no?... le interrumpió Baldomero, si donde está D. Melchor está la fiesta... está la risa... ¡Si es como una gran alegría que anda paseando!
Aquellos que exigirían que el bien y la verdad se manifestasen invariablemente en formas adustas y severas, me han parecido siempre amigos traidores del bien y la verdad. La virtud es también un género de arte, un arte divino; ella sonríe maternalmente a las Gracias.
Mi vida era demasiado buena: comer, pasear, dormir. Algunas veces ayudaba á mi yerno, que está empleado en el Ayuntamiento, á copiar las minutas del secretario. Cenábamos invariablemente á las ocho. Nieves, una señora viuda que vive sola en la calle de la Perseguida, á quien debe mi yerno su empleo.
Había ido allí arrastrado á impulsos del Remordimiento, que donde quiera le acosaba, y cuya compañera era aquella Cobardía que invariablemente le hacía retroceder en el momento mismo en que iba á desplegar los labios. ¡Pobre, infeliz hombre! ¿Qué derecho tenía de abrumar bajo el peso del delito hombros tan flacos como los suyos?
Hácia este periodo del año se advierten por los aires, á una altísima distancia, innumerables bandadas de grandes y pequeñas garzotas que se encaminan invariablemente de sud á norte, formando cada bandada dos hileras de la misma dimension, que unidas por un estremo representan la figura de un ángulo.
Una de las atenciones preferentes de este buen párroco consistía en la conservación del reloj de la torre, y en que ningún pueblo de la provincia tuviera un cementerio mejor que el suyo, y al efecto todas las mañanas había de subir varias veces el centenar de escalones de la torre, con el fin de inspeccionar la marcha y engranaje del reloj, como todas las tardes invariablemente había de darse el largo paseo que media entre la casa parroquial y el cementerio pudiendo asegurar que si el regulador del tiempo marchaba bien, al lugar del eterno olvido, no le faltaba ninguno de los detalles que constituye el lujo fúnebre de estos lugares.
Se dice: Dios no puede querer el mal moral; esta proposicion aunque negativa, lógicamente considerada, es en el fondo afirmativa. Dios no puede querer el mal moral, porque su voluntad está invariablemente fija en el bien, en aquel tipo sublime de toda santidad que contempla en su esencia infinita. La impotencia para el mal moral es en Dios una infinita perfeccion de su santidad infinita.
Palabra del Dia
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