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Actualizado: 23 de junio de 2025
Nuestra mayor victoria es el dominio sobre nuestros nervios; la sensación más exquisita es regir nuestra sensibilidad. «La perfección está hecha con nadas y es algo más que nada la perfección» dice Miguel Angel, que sabía modelar, no sólo las figuras, sino también las almas . Es una desdicha que nuestro propio carácter sea el obstáculo de nuestra felicidad. «Nada puede hacerme daño, excepto yo mismo dice San Bernardo ; el mal que me agobia lo llevo conmigo y jamás sufro realmente sino por mi culpa». Alude el santo varón a los disgustos que dimanan de nuestro carácter, de nuestra irritabilidad, de nuestra intemperancia, de los enconos de nuestro pobre corazón.
La incorrección del lenguaje del marqués, el balbuciente acento con que acompañara sus palabras, lo descompuesto de su gesto y modales, no escaparon a las jóvenes amigas, que convinieron dolorosamente para sus adentros en cómo eran una verdad los hábitos de intemperancia que se le atribuían a aquél.
Un poco molesto ya por la querella que se había buscado con su inexcusable intemperancia de lenguaje, y en la que veía que no era el suyo el mejor papel, estaba de un humor execrable y arrugaba nerviosamente la esquela tan lacónica como urgente llevada al castillo. ¿Qué diablos puede quererme? murmuraba entre dientes. Lo mejor es ir a verlo dijo sencillamente su tío.
Y sinembargo, como todo en el mundo tiene sus gradaciones, esas habitaciones, que son las de la aristocracia de la miseria, parecen paraísos en comparacion de las cloacas subterráneas que constituyen la base de cada uno de esos palacios de la lujuria en harapos y del hambre y la intemperancia!
Esta intemperancia de lenguaje y las marcas de conmiseración que provocaban, no eran del gusto de Liette; pero el respeto filial ahogaba las sublevaciones de su delicadeza y, replegándose más aún en ella misma, oponía una política reserva a todas las insinuaciones y rehusaba sistemáticamente las invitaciones que les proporcionaban las maneras más atrayentes de la viuda, con gran desesperación de ésta, que suspiraba en medio de sus trapos y sacaba los trajes «aún muy presentables» que hubieran acabado de deslumbrar a la buena gente de Candore.
Tristán dio las gracias repetidas veces sin poder disimular su embarazo. Estaba realmente abochornado por su intemperancia pasada. El caballero se volvió a su rincón y de nuevo reinó el silencio. Tristán creía notar que las dos señoras le miraban con desprecio y acaso no le faltaba razón. Poco después el generoso caballero se asomó también a la ventanilla.
Las calamidades los herían a ellos también y sus primeros errores les acarreaban duras consecuencias. Quizás un amor por una dulce joven, imagen de pureza, de orden y de tranquilidad, había abierto sus miradas ante la visión de una existencia en que los días no hubieran parecido demasiado largos, aun sin los excesos de la intemperancia.
La mesa del círculo le restableció insensiblemente, por más que no se privaba de nada. El incentivo del juego le retenía bajo la férula de su protector. Los abonados del club jugaban al whist y al écarté con un cierto atrevimiento, pero sin intemperancia; rara vez se pasaba de un luis por puesta; no era, pues, una distracción peligrosa para un millonario.
Palabra del Dia
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